Capítulo 1

5.8K 314 58
                                    

Descargo de responsabilidad: Este fic es obra de Vitelia, ha sido traducido con motivos recreativos. Ni el fanfic, ni la historia original de Harry Potter y sus personajes me pertenecen.

*NT: Nota de la traductora*

*NA: Nota de la autora*

NT: Si pueden leer el original en inglés, recomendaría no leer esta traducción e ir directamente al original.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Si Harry y Ron no dejaban de hablar de Quidditch, la cabeza de Hermione explotaría. Estaba segura de eso. Sobre el tocino y la tostada. Ron probablemente ni lo notaría, solo seguiría metiéndose la comida a la boca, pedacitos de su cerebro justo al lado de sus huevos fritos.

En la mesa de los profesores, la Profesora Sprout y McGonagall estaban riéndose de algo, y el Profesor Snape se veía incluso de peor humor que lo habitual, si eso era posible. Sus ojos estaban cubiertos por sombras negras bajo ellos, también noto que era uno de sus días de llevar el pelo grasoso. Solo se veía de esa forma algunas veces, generalmente en los días donde se veía particularmente trasnochado, como si no hubiera dormido bien.

Como sintiendo los ojos de Hermione sobre él, Snape dejó de mirar de mala gana su taza de café y dirigió su mirada hacia ella. Su respiración se cortó ante su intensidad. Él parecía estar furioso con ella. Sabía que no había hecho nada malo – o al menos eso esperaba – así que probablemente solo era una mirada de enojado-con-el-mundo más que algo dirigido personalmente a ella.

Cuando desvió la vista, siguió su mirada hacia las lechuzas precipitándose dentro del Gran Comedor. Snape exhaló un suspiro y apretó con sus dedos el puente de su nariz mientras una lechuza dejaba caer una copia del Profeta frente a él. Hermione observó su barbilla tensarse mientras lo recogía, como si supiera lo que había ahí, la volvió a mirar antes de abrirlo, una expresión ilegible en sus ojos negros.

La copia de Hermione fue entregada entonces, puso una moneda en la bolsa de la lechuza y le dio un pedacito de tostada antes de abrir el periódico. Escuchó gritos ahogados alrededor del Salón, incluso antes de leer el titular: Ley Matrimonial para los nacidos de Muggle: Todas las brujas a casarse.

¿Ley matrimonial? ¿Qué clase de bárbaro y medieval sinsentido es esto? Leyó el artículo rápidamente, vio que aplicaba solo a brujas, no a magos. Por supuesto. La Gran Bretaña mágica era tan jodidamente sexista. Según el artículo, todas las brujas nacidas de Muggle en Gran Bretaña – por supuesto solo las nacidas de Muggle – entre las edades de diecisiete y cuarenta y siete, debían casarse ya sea con un mago sangre pura o mestizo dentro de los siguientes tres meses, y tener su primer hijo dentro de los próximos dos años. Los requerimientos con respecto a los subsecuentes hijos variaban de acuerdo con la edad y la descendencia previa de la bruja en cuestión.

"¿Mione?"

Levantó la cabeza de golpe y miró a Ron. "¿Qué?"

"Um... hay chispas saliendo de tu cabello."

"Apuesto a que saldrían chispas de la tuya si no fueras hombre y sangre pura, Ron." Lanzó una mirada al periódico. "Idiotas supremacistas y sexistas."

La gente estaba observándola fijamente, pero no le importaba. Seamus es un nacido de Muggle, pero es hombre. Lavender y Parvati son brujas, y Lavender acababa de cumplir diecisiete, pero ambas eran sangre pura. Ninguna de las brujas de séptimo año era nacida de Muggle. Era la única Gryffindor que caía bajo la ley. Observó las mesas de las otras Casas. Una Hufflepuf de séptimo año estaba sollozando.

Harry dijo, "puedo casarme contigo, Mione."

"No, no puedes," dijo Hermione. "No eres mayor de edad aún, y no lo serás hasta pasados los tres meses. Y aunque lo fueras, ¿qué hay de Ginny?"

Harry miró hacia la parte de la mesa en la que Ginny estaba sentada con Dean. El anhelo frustrado que veía en su rostro le decía a Hermione todo lo que necesitaba saber. Bajó la vista a su plato y empujó una salchicha con su tenedor. Ron no haría el mismo ofrecimiento. Cumpliría diecisiete justo antes de que terminara el plazo de los tres meses, pero sabía que no se ofrecería. A Lav – Lav no le gustaría, e incluso si no tuviera la lengua metida en la garganta de esa tipa todas las noches en la Sala Común, aún así no querría casarse con una sabelotodo mandona como ella.

"Apuesto a que alguno de mis hermanos se casará contigo," dijo Ron, como si nada.

Hermione bufó. Mira nada más. Ofreciendo a otra persona para que vaya al patíbulo en su lugar.

Levantó la vista hacia mesa de los profesores, donde el director le hizo una seña al Profesor Snape. Ambos hombres se levantaron y se encaminaron hacia la salida del personal. La profesora McGonagall estaba observando a Hermione. Se había quitado las gafas y limpiaba las lágrimas de sus ojos con un pañuelo con bordes de tartán. Todos la estaban viendo con lástima – Sprout, Slughorn, Flitwick, todos ellos.

Sabiendo que no debía, pero incapaz de detenerse, Hermione miró hacia la mesa de Slytherin, donde Parkinson dio toquecitos en su dedo anular mientras reía. Sus ojos se movieron hacia Malfoy, sentado al costado de Parkinson, esperando ver la misma expresión burlona de Ja-Ja, jódete, Granger en su rostro como la que tenía Parkinson, pero no fue lo que vio. Malfoy la estaba viendo, pero era con una expresión que no podía leer. Especulativa, supuso que la llamaría. Bueno, lo que sea que Malfoy tuviera en mente para atormentala, no era nada en comparación con esta ley – esta horrible y bárbara ley medieval.

Hermione observó la comida fría en su plato y la desvaneció con disgusto. Su reflejo apareció en el plato ahora limpio. Cabello tupido, facciones promedio. Excepto en raras ocasiones, como el Baile de Navidad, le prestaba atención a su apariencia. Parecía menos importante que sus calificaciones y su futuro académico. Y, por supuesto, derrotar a Voldemort.

Voldemort. ¿Es el que estaba detrás de esa ley? Debía ser. Controlaba el Ministerio y al Wizengamot, quienes parecían nada más que sus marionetas.

¿Pero, por qué? ¿Por qué un supremacista de la sangre querría que una bruja Sangresucia se casara con un mago sangre pura? Obligó a sus ojos a regresar al periódico, y continuar leyendo donde se había quedado. El artículo citaba la caída de nacimientos y el incremento de nacimientos Squib en las parejas sangre pura. Bueno, por supuesto, pensó. ¿Acaso los endogámicos idiotas sangre pura no entendían de genética?

Y entonces cayó en cuenta. Quienquiera que estuviera detrás de esta ley entendía de genética. Y más si esa persona era, de hecho, Voldemort, que no era un ignorante sangre pura. Él era un endemoniadamente inteligente mestizo, quien probablemente entendía – incluso si no podía admitirlo frente a sus fanatizados seguidores – que parte de la razón de su propio poder extraordinario, era la diversidad genética que su padre Muggle aportó a la marchitada línea sanguínea de su madre.

Fue entonces que la primera propuesta llegó. Antonin Dolohov, quien ella sospechaba, estaba más interesado en terminar lo que había comenzado ese día en el Ministerio que en lo que ella pudiera hacer a su línea sanguínea.

La siguiente era de – Dios, si esta era una broma de los gemelos Weasley, no era graciosa – Draco Malfoy. Tragó saliva, fuertemente, doblando el pergamino antes de que Ron o Harry pudieran verlo, y rehusándose a mirar a ningún lado cerca de la mesa de Slytherin.

Cuando la tercera lechuza voló hacia ella, pensó, genial, ¿cuál de los mortífagos ahora? Pero esta era de Fred Weasley. Cerró los ojos y respiró profundamente. Gracias a Dios. No es que estuviera enamorada de Fred – o que siquiera le gustara de esa forma – pero al menos le agradaba.

Y no era un Mortífago. Un estándar bastante bajo para aceptar propuestas matrimoniales, pero ese era el nivel al que esa ley la había rebajado.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

NT1: "Inbred", literalmente la traducción sería "Endogámico", aunque admito que suena bastante raro.

NT2: las observaciones, comentarios y sugerencias sobre la traducción son bienvenidas, haré las correcciones que se mencionen.

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora