Capítulo 46

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No mirar el diario se había convertido en una especie de ejercicio mental para ella. Era su recompensa por terminar un ensayo, revisar sus notas o comer algo saludable y sustancial. Poner estas condiciones para poder escribirle era como evitaba inundarlo con mensajes incoherentes que él obviamente – a juzgar por la brevedad de sus respuestas, y el tiempo entre que taraban sus mensajes – no quería.

Volvió al primer mensaje que había escrito después de que fuera liberado por el Ministerio y releyó el intercambio.

H: ¿Estás bien?

S: Sí.

H: No me dejaban verte.

Él no había respondido por varios días, y mientras Hermione se debatía entre tragarse su orgullo y continuar con la conversación o usar Incendio en el diario a fin de terminar con la tentación, él escribió:

S: ¿Deseas continuar con el repaso para tus EXTASIS?

Fijándose en el horario que había hecho hacía meses, vio que el horario que tenía reservado para la revisión de Pociones acababa de pasar. Aparentemente, él esperaba que ella retomara sus repasos como si la muerte del Señor Tenebroso y la anulación de la ley matrimonial nunca hubiesen sucedido.

H: Si te parece conveniente.

S: Si no lo hiciera, no habría preguntado.

Ese último mensaje hizo sonreír a Hermione, ya que casi podía escucharlo usando ese tono con el que solía pretender estar exasperado cuando realmente no lo estaba. Decidió no responder después de eso, solo aparecer para la siguiente revisión sin escribirle para nada. Tuvo que encantar el diario con un hechizo inquebrantable para evitar abrirlo otra vez. Filius le había enseñado a hacerlo, y estuvo debatiéndose entre la gratitud y el enojo hacia ella misma en los días que transcurrieron desde que lanzó el hechizo y el día programado para su práctica de DCAO.

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"Concentración, Granger," chasqueó Severus, mientras otro hechizo traspasaba su barrera. Su lamentable, patético y casi inservible escudo. Se había protegido tanto a ella como a Severus de una habitación llena de Mortífagos, ¿pero no podía mantener un simple Protego en el salón de clase? Sabía por qué, por supuesto. Aunque él no lo supiera, y si por ella fuera, no se enteraría nunca.

Él lanzó los hechizos una y otra vez mientras ella se quejaba de dolor. "¡Basta!"

"¿Vas a decirle a un Mortífago '¡basta!' cuando trate de matarte?" se burló él.

"Todos los Mortífagos excepto tú y los Malfoy están en Azkaban, y yo ayudé a ponerlos ahí."

"No lo habrías logrado con una mierda de Protego como ese. Y tampoco te haría pasar tus EXTASIS."

Ella se lo quedó viendo. No se desempeñaría de esa forma en sus EXTASIS porque no estaría batiéndose en duelo contra él. Era él quien la distraía. "Dame un minuto."

"Los Mortífagos no te darán un minuto, Granger." Lanzó otro hechizo punzante, el cual falló en bloquear. Dolió, pero no lo suficiente como para ser la causa de las lágrimas que brotaron de sus ojos. Él lanzó nuevamente. "Y tampoco los examinadores de los EXTASIS."

"Maldita sea, te dije que me dieras un minuto," gritó, lanzándole una serie de maleficios que hicieron que su escudo temblara violentamente. "¿Es eso lo que deseas, Snape?" Lanzó un hechizo oscuro, el más oscuro que había lanzado nunca, rompiendo su escudo. "¿Deseas jugar al Mortífago?" ella conjuró nuevamente, con la sangre palpitando en sus oídos. Puso toda su nostalgia reprimida, su frustración y enojo ante su frialdad en sus hechizos, arrojándoselos con tanta intensidad como había hecho contra los Mortífagos de la Mansión Malfoy, como nunca antes ni después de esa vez. Estaba llena de una rabia tan cegadora que le tomó a su cerebro un segundo registrar que su exmarido estaba en el suelo y que tenía su varita en la mano. Se la quedó viendo como si fuera otro brazo que le hubiera salido en el cuerpo. Luego lo miró, con la niebla de la ira desvaneciéndose, como preguntándose, ¿yo hice eso?

Él se levantó e invocó su varita. "Es más que evidente, señorita Granger, que está lista para sus EXTASIS."

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Y sí que había estado lista. Hermione observó la columna ininterrumpida de Extraordinarios en el pergamino que tenía delante. La lechuza aleteó impaciente, y su madre fue a darle una galleta.

"¿Y bien?" preguntó su mamá.

Hermione le pasó el pergamino.

"Creí que estarías extasiada."

"Lo estoy," respondió Hermione.

"No suenas extasiada."

Hermione trató de forzar una sonrisa, pero se dio por vencida. Su madre puso el plato de galletas delante suyo, pero Hermione negó con la cabeza.

"Si las calificaciones buenas ni los dulces son suficientes para levantarte el ánimo, solo puede tratarse de una sola cosa. ¿Quién es él?"

"Nadie."

"¿Ron?"

Hermione solo respondió con un resoplido burlón.

"Entonces no es Ron." Helen Granger observó a su hija, luego se quedó en silencio. "Muy bien, no quieres contarme."

"Quiero y no quiero."

"¿Por qué?"

"Quiero hacerlo porque me siento terrible y podría hacerme sentir menos miserable ser capaz de hablarlo con alguien. Pero no quiero porque te enojarías."

"¿Por qué me enojaría? ¿Es alguien a quien desaprobaría?"

"Desaprobar sería decirlo de forma amable."

Helen se cruzó de brazos. "Hermione Jean Granger, ¿estás embarazada?"

"No."

Helen exhaló un suspiro. "Bueno, pues. ¿Qué tan malo puede ser entonces?"

"Okay, ¿qué tal esto?" Hermione contó con sus dedos. "El doble de edad. Fue mi maestro. Era un Mortífago. Fue mi marido."

La boca de Helen se quedó abierta mientras miraba a su hija.

"Así de malo puede ser."

"Bien." Helen se levantó y entró a la casa, regresando con una botella de brandy. Puso un chorrito en su taza de té y sostuvo la botella sobre la de Hermione con una mirada inquisitiva. Cuando Hermione asintió, echó un poco en su taza. "¿Fue tu marido, dijiste? ¿Eres una viuda o una divorciada?"

"Ninguna. Fue anulado. Como si nunca hubiese pasado." Trató de contener las lágrimas que sentía inundar sus ojos. "Solo que sí pasó."

Helen tomó un sorbo de su té con brandy. "¿Por qué no empiezas por el principio, cariño?"

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NT: Uff se merecía eso Severus eh, a ver si reacciona.

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora