Capítulo 36

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Hermione despertó, no en la cama de hotel en Manchester, sino en su propia cama, en su habitación, como había hecho el día anterior. Y como en ese entonces, estaba desnuda, con Severus acurrucado detrás suyo, con su brazo sobre su cintura.

Su cama. Así es como le decía ahora, se daba cuenta. Solo habían pasado un par de semanas desde que dejó de dormir en su habitación, pero ya pensaba en esta habitación como nuestra, nuestra cama. Se preguntaba si Severus también lo hacía. No parecía importarle que durmiera ahí todas las noches. Al contrario, parecía bastante feliz de tenerla ahí.

Y anoche – o más bien, la noche del primer hoy – la había llamado amor. Se preguntaba si recordaba, si lo había registrado, entre todo el estrés y la adrenalina. Lo había dicho sin pensar, consolándola en ese hotel de Manchester. Estaba mortificada, tratando de dejar de llorar, pero después de ese aterrador vuelo sin escoba a través de los terrenos del castillo y todo lo demás, estaba al borde del colapso nervioso.

Ahí, en esa habitación, resguardada como si fuera Azkaban, él continuó sosteniéndola y murmurándole frases reconfortantes bajo las crujientes sábanas del hotel, acariciando su cabello y ocasionalmente besando su frente hasta que finalmente cayó dormida de cansancio.

Ahora, lo sentía moverse, su brazo apretándose alrededor suyo. Presionó su espalda contra él, sintiendo su erección matutina. Se giró en sus brazos para verlo, y él removió un rizo de su cara.

"¿Estás mejor esta mañana?" preguntó.

Asintió. "Lamento haber sido una tonta."

"No lo fuiste. Fue una noche estresante."

Ella puso su mano en su mejilla, sintiendo el áspero vello insipiente a lo largo de su mandíbula, luego movió su mano a la parte de atrás de su cabeza, jalándolo hacia ella. Sus labios se abrieron cuando su boca cubrió la suya, besándose, lento y lánguidamente. Una de sus piernas se deslizó entre las suyas y sus brazos se movieron alrededor de su cintura, deslizándose hacia abajo para acunar su trasero y empujarla hacia él.

Todo estaba bien, ahora que estaban aquí, en casa. Severus la protegía y ella estaba bien. Él no dejaría que nada le pasara. La parte racional de su cerebro sabía que ambos aún estaban en gran peligro. Sabía que Harry era un Horrocrux y que el Señor Tenebroso era inmortal, además de que el director era, en parte, tan megalómano como el Señor Tenebroso. Sabía que Severus solo era un hombre, y que podría no ser capaz de protegerla. Podría ser asesinado. Pero se sentía segura ahí en sus brazos, quería acallar esa voz de la razón y disfrutar de su cálida protección.

Asimismo, se rehusaba a pensar en qué pasaría si tenían éxito en matar al Señor Tenebroso, cuando no solo se sintieran a salvo, sino libres. Ahora mismo, la libertad parecía lo contrario a seguridad. El día que entraron en ese matrimonio para bien de su seguridad, Severus le dijo que él no esperaba sobrevivir a la guerra, y que, si muriera, ella podría escoger a alguno de los hermanos Weasley. En ese momento, casarse con Ron parecía el futuro ideal. Ahora, ya no quería a Ron, o a cualquier otro marido hipotético que hubiese podido escoger. Quería al marido que tenía, no podía recordar lo que era querer a otro que no fuera él. Mientras sentía su áspera e insipiente barba contra la sensible piel de su muslo, dejó escapar un grito ahogado de anhelo – de que él la tocara de la forma en que lo estaba haciendo, sí, pero también de que sobreviviera a la guerra, y que la quisiera de la misma forma que ella a él.

Después, tendida impúdicamente sobre él, mientras sus sudorosos cuerpos se enfriaban con el frío aire de las mazmorras, se preguntó si eso significaba que lo amaba. ¿Era eso amor? ¿Ese sentimiento de querer que él, y solo él, la besara, y la tocara, y la follara hasta el cansancio, justo como acababa de hacer, pero también que la consolara cuando tuviera miedo, que pusiera sus brazos alrededor suyo y le dijera, 'todo está bien, amor, te entiendo', conspirar contra sus enemigos comunes, y reír con ella en los escasos momentos de respiro que tenían en esa lucha de vida o muerte en la que estaban metidos?

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora