Capítulo 6

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Hermione subió el cubrecama hasta su barbilla y se enroscó de lado, dándole la espalda. Se quedó quieta, sintiendo el colchón moverse cuando él se levantó de la cama.

"Le traeré una poción anticonceptiva, y algo para el dolor, si lo necesitara," le dijo.

Ella no respondió, tratando de contener las lágrimas hasta que se fuera. Estaba demasiado cansada y sobre estimulada para usar la Occlumancia. Además, quería desahogarse cuando él se hubiera ido.

Escuchó los pasos alejarse y regresar un minuto más tarde. "La morada es la anticonceptiva," dijo. Ella no respondió. Era virgen, no imbécil. Sabía de qué color eran los anticonceptivos. Siguió escuchando. ¿Estaba esperando que saliera de la cama ahora y se la tomara? Ni de broma. ¿Dios, no estaría preocupado de que no se lo fuera a tomar o sí? Debería saber que ella quería evitar el embarazo tanto como él.

Eventualmente, se fue y cerró la puerta detrás de él. Solo entonces se levantó y tragó el líquido púrpura. Sintió una suave caricia en los tobillos y bajando la mirada vio que Crooks se había deslizado en su habitación cuando Snape se fue. Aseguró la puerta, lanzó ese hechizo Muffliato que Harry encontró en el libro del Príncipe Mestizo, regresó a la cama con su gato y dejó que corrieran las lágrimas.

¿Cómo sería capaz de siquiera mirar a Snape después de esto? ¿Cómo iban a vivir juntos con el recuerdo de este momento horrible entre los dos?

Cuando hablaron del casamiento en la oficina del director, antes de que Harry y Ron llegaran, realmente había pensado que estaría bien. Habían hablado de todas las opciones y llegado a un acuerdo, que, aunque ninguno de los dos quería, era la única para ellos. Estaban siendo adultos. Maduros. Sensibles. Educados. Respetuosos.

Así era como se había imaginado que sería la consumación – educada y respetuosa, en la medida que fuera posible en esa incómoda y difícil situación. No había esperado pasión o cariño, pero había creído que él al menos la tocaría antes de follarla.

Pero, como le había dicho a los chicos con esa mueca burlona, no tenía ni el más mínimo deseo de tocar nada de ella. Y por eso usó ese estúpido hechizo de lubricación. Así no tenía que tocarla. Así él podía meterlo sin siquiera preguntar si lo había hecho antes.

Podía haberle avisado que no. Debía habérselo mencionado, respondió una voz de reproche en su cabeza, pero la acalló. Él debió preguntar. Era el que había hecho esto antes, el que sabía cómo sería. Era su responsabilidad. Tenía merecido que su precioso ingrediente para pociones se arruinara.

Todavía estaba furiosa por eso. ¡Ingredientes de pociones! Eso era lo que lo había molestado. No el hecho de que la había lastimado. Le molestó que ella arruinara su valiosa sangre de virgen.

¿Por qué no preguntó? ¿Por qué asumió que no era virgen? Ella pensaba que todos en el castillo la consideraban demasiado estirada y molesta para tentar a alguien. Ni siquiera había tentado a su propio marido. Excepto al final, cuando la tomó por detrás – porque de esa forma no tenía que mirarla, podía pretender que era alguien más – solo entonces pareció realmente involucrado en el proceso. La forma en que sus manos tomaron sus caderas, gruñendo con obvio placer. Pero solo fueron las hormonas. Él no podía evitarlo. Él habría hecho eso con cualquier otra mujer. No tenía que ver con ella personalmente.

Trató de alejar el pensamiento de que entonces había empezado a disfrutarlo, que había empezado a responder, que había sentido como cuando ella se tocaba. Pero no quería pensar en eso, todavía estaba molesta con él. Cuando terminó, su respiración eran jadeos entrecortados y ella se había sentido aliviada y decepcionada.

Lloró más fuerte, lo cuál entristeció a Crooks, pero no podía evitarlo. Esa mañana ella estaba ocupándose de sus propios asuntos, comiendo tostadas y estudiando Runas, y ahora estaba hecha un desastre, sollozando como una patética y lastimera perdedora por estar casada con un Mortífago que la encontraba tan poco atractiva que había necesitado un hechizo para ponerse duro.

Sintió una mezquina satisfacción cuando recordó el hechizo que le había lanzado. ¡Dios, la mirada en su rostro! Solo había leído sobre ese hechizo antes, nunca lo había lanzado – obviamente – y se daba cuenta de que podía haberlo lastimado seriamente si hubiera fallado. Pero estaba tan molesta que no se detuvo a pensar en ese momento.

Retiró el cubrecama y desvaneció los residuos pegajosos. Regresó al baño, el cual era diminuto, solo una ducha sin bañera, un váter, un pequeño lavatorio con espejo y un estante para sus cosas. Abrió la ducha, la cuál era tan pequeña que corría el peligro de clavarse las perillas si no tenía cuidado al darse la vuelta.

Conjuró shampoo, acondicionador y jabón de su baúl y se metió en la ducha. Hubiera preferido sumergirse en una bañera – apostaba que su baño tenía una linda y grande bañera – pero esto tendría que bastar, lavar toda evidencia de lo que acababa de pasar, incluso si no podía borrar ese recuerdo. Tal vez debería pedirle que la Obliviara.

Pero estaba determinada a nunca pedirle nada de nuevo. Era lo suficientemente malo que ya le debiera la vida. Ahora, tendría que mantenerse fuera de su camino tanto como fuera posible. Estudiaría para sus EXTASIS con todos sus otros profesores. No necesitaba su ayuda con eso. Slughorn la ayudaría con sus EXTASIS de Pociones, y practicaría con Harry para Defensa. O le enviaría una lechuza a Remus para preguntarle si podía venir a ayudarla para prepararse para Defensa.

Podía hacerlo. Estudiar para los EXTASIS le daría algo en qué enfocarse, y así no pensaría en esta ley, la cuál requería que tuviera un bebé en menos de dos años. Seguro que la abolirían antes de eso, pero por ahora, tomaría los anticonceptivos.

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NT: no me está dando tiempo para releer el texto muchas veces y hacer correcciones, así que si ven algún error gramatical o de redacción/traducción por favor hacérmelo saber.


Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora