Capítulo 28

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Cuando Severus despertó en medio de una maraña de rizos y con su brazo alrededor de su esposa dormida, su primer pensamiento fue de satisfacción, seguido inmediatamente por pánico. Ella debería haber despertado en su propia cama, como sucedió ayer. Como no lo hizo, eso quería decir que la poción no había funcionado. Lo que significaba que Levin podía decirle a alguien por qué huyó antes de ser marcado, y el Señor Tenebroso sabría que Severus lo había traicionado. También quería decir que, si Bellatrix sobrevivió la noche en las calles de La Hilandera, iba a ir directamente a la Mansión Malfoy. No recordaría lo que él vio en su mente, pero sabría que alguien la desmemorió. ¿Por qué no la había llevado a Londres o al Bosque Prohibido? ¿Por qué había sido tan perezoso y prácticamente la había llevado a su propia puerta?

Se sentó, su corazón volando. Hermione despertó y lo miró, su sonrisa desvaneciéndose al ver su expresión. "¿Qué pasa?"

"No funcionó," dijo. "Funcionó el día anterior, pero no funcionó ayer. Tal vez no funciona si dos personas la toman. Debí pensar en eso. Soy un –"

"¿Cómo sabes que no funcionó?"

"Porque estás aquí," casi gritó. "Deberías haber despertado en tu propia cama. No deberías –"

"Lo hice."

"Espera, ¿qué?"

"Desperté en mi cama y vine aquí. No te despertaste. Bueno, medio lo hiciste, más o menos, lo suficiente para poner tu brazo alrededor mío, pero luego te volviste a dormir."

Se recostó de nuevo en las almohadas, tomando grandes bocanadas de aire para calmarse.

"Siento haberte asustado," dijo. "Supongo que debí pensar en eso y mantenerme en mi propia cama."

"Está bien. Si vuelve a pasar mañana, sabré no entrar en pánico." Revisó la hora y salió de la cama. "Hora de llamar a Lucius."

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Mientras Severus estaba en la Mansión Malfoy, Hermione estudiaba minuciosamente los libros en la colección de Severus que tuvieran alguna mención sobre Horrocruxes. Severus y ella los habían revisado antes, pero aún así releyó los párrafos relevantes, en caso de que se les hubiera pasado algo.

Sintió cuando las protecciones se movieron y se tensó. Severus no estaba solo. Alguien estaba con él. Cuando la puerta se abrió y vio a Lucius Malfoy entrar detrás de Severus, su boca se abrió por la sorpresa, luego la cerró de golpe con rabia. "¿Qué está haciendo él aquí?"

"Nos ayudará con nuestra investigación." Severus dejó una pila de libros en la mesa, y Malfoy puso otra a su lado.

"Buenos días, señorita Gr – lo siento, señora Snape," dijo Malfoy, tan educado como podía ser, como si no pensara que ella era una sucia abominación, como si no le hubiese enseñado a su hijo a ser tan prejuicioso como él.

"¿Por qué querría él hacer eso?" le preguntó a Severus, rehusándose a mirar a Malfoy. "Es un Mortífago."

"Yo también soy un Mortífago," señaló Severus.

"Pero tú no deseas serlo. Tú lamentas haberte involucrado con ese maniático."

"Apostaría, señora Snape," dijo Malfoy suavemente, "que al menos un tercio de los Mortífagos lamentan enormemente haberse involucrado con ese maniático. Yo lo he hecho por años. Supe, tan pronto como lo vi regresar luciendo como un... bueno, lo que sea que sea esa cosa, de que estaba completamente loco."

"¿Entonces por qué no hizo nada?"

"Estoy tratando de hacer algo ahora, querida."

"No me diga querida, señor Malfoy."

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora