Capítulo 34

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Severus le entregó su varita a la bruja de la recepción del Ministerio. Bueno, no su varita, una varita.

Ella se lo regresó. "Aquí tiene, Sr. Mullins."

"Gracias," respondió en la voz de Martin Mullins, un pocionista que murió años atrás, desconocido para el Ministerio, ya que Severus había tomado posesión de su varita y dispuesto del cuerpo. Un mago ermitaño que detestaba a Tom Riddle desde que estaban en la escuela, a Mullins le agradó Severus cuando se conocieron en una conferencia de Pociones a la que Severus asistió después de obtener su maestría, y el fallecido Mullins asistió antes de retirarse a las islas Orcadas. Los dos mantuvieron correspondencia, con Severus visitándolo ocasionalmente, hasta que Mullins murió, legándole a Severus su varita y una prodigiosa cantidad de cabello, cortado y recolectado los años anteriores.

Caminó hasta el directorio, más lento de lo usual por las piernas cortas de Mullins. Localizó la oficina de Umbridge, luego caminó hacia el baño más cercano. Entró en un cubículo y lo cerró, esperó a que la poción Multijugos se desvaneciera. Cuando la poción se terminó y fue él nuevamente, largas piernas saliendo de la túnica más corta del hombre, sacó un vial de su bolsillo y bebió. Su rostro y cuerpo se reacomodaron nuevamente, ahora tomando la apariencia de Corban Yaxley. Transfiguró sus ropas al estilo de Yaxley, y salió del cubículo. En el espejo, la cara de su compañero Mortífago le devolvió la mirada antes de girarse y caminar hacia el pasillo.

"¡Corban!"

Mierda, mierda, jodida mierda. Por supuesto que tenía que toparse con Macnair. "Walden."

"¿No llevabas una ropa diferente cuando te vi hace unos minutos atrás?"

Severus se congeló, pero antes de decidir cómo responder, alguien llamó a Macnair desde el otro lado del pasillo y Macnair puso los ojos en blanco, como diciendo, ¿no pueden estos idiotas dejarme solo ni cinco minutos? Y se encaminó hacia el otro mago.

Severus caminó rápidamente hacia el elevador, el cual, afortunadamente, estaba solo ocupado por dos brujas concentradas en su conversación y poco interesadas en él. Llegó al piso de Umbridge y encontró la oficina con su nombre. Tocó.

"Pase," la voz aguda de Umbridge atravesó la puerta. Severus la abrió, dio un paso adentro y la cerró tras él. Detrás del escritorio, Umbridge – en uno de sus numerosos trajes rosa, este con una espuma de encaje blanco en el cuello – le sonrió rebosante de alegría. "¡Corban, qué adorable sorpresa!" entonces lanzó una risita, como si fuera una colegiala de trece años en vez de una burócrata de mediana edad.

"Hola, Dolores." Cuando vio que no llevaba el guardapelo, su corazón se hundió. Había esperado solo poder tomarlo, desmemoriarla y luego esconderse hasta que la poción Multijugos se desvaneciera y él pudiera volverse el fallecido Martin Mullins y registrar su salida del edificio, pero no tenía esa suerte. Se obligó a sonreír y decir, "¿me preguntaba si querrías salir a cenar esta noche?"

Umbridge rio tontamente de nuevo. "Me encantaría, Corban."

"¿Te recojo a las siete si me das tu dirección Flu?"

"Oh, Corban, sabes que una dama no dejaría a un caballero entrar en su apartamento la primera cita. ¡Debería darte vergüenza, chico malo! Te veo en el restaurant."

Severus contuvo un gruñido. Como si alguna vez quisiera entrar en su departamento, si no fuera por el maldito guardapelo. "Dolores, te prometo que seré un perfecto caballero." Todo el oro de Gringotts no podrían convencerlo de no serlo con ese sapo. "Pero al restaurant al que me gustaría ir solo se puede llegar por Aparición, y como nunca has estado ahí, nos apareceremos juntos."

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora