Capítulo 41

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Hermione estaba leyendo en su cama. Suya, no la de Severus, que no era suya. Eran de él, y ella no pertenecía ahí, no si él estaba haciendo planes para que se casara con su maldito ahijado una vez que el cara de serpiente estuviese muerto y él pudiera librarse de ella.

Severus estaba con Voldemort ahora. Antes de irse, le dijo que tomara la poción si no regresaba. Bueno, obviamente. ¿Acaso creía que era una imbécil? La aliviaba la idea de terminar con todo esto, y de ser capaz de seguir con su vida. No una vida casada con Draco, el hurón baboso, Malfoy, y tampoco una casada con Severus, el bastardo desalmado, Snape, quien no podía esperar para lanzarla a los brazos del hurón.

Apartó los pensamientos que había sido lo suficientemente estúpida como para albergar últimamente, de ellos juntos una vez que la guerra acabara. Él no deseaba eso. Ella se había autoengañado para pensar que lo hacía, porque el sexo era tan bueno. Pero el hecho de que le gustara follársela no significaba que la amara, o que incluso le gustara. Su madre le había advertido cuando le dio a Hermione la plática de los pajaritos y las abejas, le había dicho que algunos hombres – no todos, pero muchos – eran felices teniendo sexo con una mujer que no les importaba ni un poquito. Mamá había dicho que las mujeres, y específicamente las jóvenes, frecuentemente confundían el sexo y el amor, y que Hermione haría bien en recordarlo para no salir herida. Mamá y papá estaban en sus treintas cuando se casaron, y mamá le había dicho más de una vez cuan agradecida estaba de estar casada con el hombre que había escogido por razones sensatas, y no porque sus hormonas le estuvieran jugando una mala pasada.

Hermione deseaba poder hablar ahora con su madre. Mamá, quien no tenía ni idea de que su hija estaba casada, porque en el mundo mágico Hermione era mayor de edad y no necesitaba decirle nada a sus padres si decidía no hacerlo. Y había escogido no hacerlo. ¿Por qué preocuparlos innecesariamente? Si hubiese huido en vez de casarse, habría tenido que contarles porque se habrían visto en la necesidad de esconderse con ella. Pero no les pediría algo así, renunciar a sus vidas, alejarse de la exitosa carrera dental que pasaron tantos años construyendo. Ahora, les escribía cartas sobre su preparación para los EXTASIS, compartiendo con ellos la buena noticia de que el director la dejaría tomar sus exámenes un año antes sin remarcar las razones menos felices que llevaron a esa decisión.

Sintió las protecciones antes de escuchar que Severus entraba en sus aposentos. Deseaba saber lo que había pasado, pero no quería darle la satisfacción de dejar su habitación e ir a preguntarle. Cuando él, después de lo que se sintió como un rato terriblemente largo, tocó la puerta de su habitación, sintió una sombría satisfacción. Sabía que era mezquino, pero no podía evitarlo. "Entra," dijo, copiando su forma de responder a la puerta, así como tono ridículamente aburrido que él usaba tan frecuentemente. Él había dejado hace mucho de usarlo con ella, aunque suponía que si las cosas continuaban como estaban, comenzaría a hacerlo nuevamente.

Él abrió la puerta, ya no en su traje de Mortífago, sino con su levita y su corbata puestas. "Tomaré la poción. Mañana es el día."

Ella no respondió, solo tomó su propia dosis de la poción de la mesita de noche. Antes de que pudiera abrirla, voló de su mano a través de la habitación. Ella tiró el edredón y saltó de la cama en un instante, caminando hacia él. "Devuélveme eso."

"No es necesario que ambos tomemos la poción."

Si ella no la tomaba, no recordaría este día, no sabría que él no sentía nada por ella, que se la quería endilgar a Malfoy tan pronto como fuera posible. La idea de despertarse mañana y continuar poniéndose en ridículo actuando como si este matrimonio significara algo para él, era más de lo que podía soportar. "Con un demonio no lo es. Dámelo."

"Buenas noches, señorita Granger."

Ahí estaba. Ese aburrido y molesto tono. Uno que no había usado con ella en semanas. Y señorita Granger. Dios. No iba a llorar. Absoluta y totalmente no. Mientras se marchaba, agarró su brazo. "Eso está mal, Severus. Sabes que lo está. Es robar algo que me pertenece. Mis memorias." Cuando aun así no le devolvió el vial, susurró, "si haces esto, nunca te perdonaré."

"No habrá nada que perdonar, porque no recordarás."

"Pero tú sí. Tú sabrás." Ella jadeó ante un horrible pensamiento. "¿Cuántas veces ha pasado esto ya? ¿Cuántos días he perdido? ¿Cuántas cosas recuerdas que yo no?" Sus lágrimas luchaban por no derramarse. "¿Nunca seré capaz de confiar en ti, o sí?"

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Severus estaba acostado despierto, como solía hacer antes de que Hermione comenzara a dormir a su lado. Ahora, con su lado de la cama fría y vacía, daba vueltas y vueltas como antes.

¿Por qué le había devuelto la poción? Si no lo hubiera hecho, ella despertaría aquí en su cama mañana – un nuevo hoy – con todo bien entre ellos. Tendrían el desayuno, hablarían de la logística de su plan, y él mantendría su jodidamente estúpida boca cerrada sobre el jodidamente estúpido Draco.

Pero se la había dado. Como un estúpido Gryffindor. No había ningún beneficio para él. Nunca se hubiera sabido. Pero él sí, como ella señaló. ¿Y qué? Argumentó su lado pragmático y moralmente ambiguo. Como había estado pasando seguido últimamente, su parte moralmente ambigua y pragmática estaba perdiendo la discusión.

Ella todavía despertaría en su cama por la mañana, se percató, porque había despertado aquí hoy. Pero se levantaría y correría en el momento que despertara. Regresaría a esa habitación que debió hacer que el castillo se tragara semanas atrás, como había contemplado hacerlo. Pero se dijo que nunca le forzaría su presencia, que estar con él siempre sería su elección. Así que, dejó la habitación y ahora ella estaba ahí, llorando enojada con él.

¿Por qué sus lágrimas le afectaban tanto? Como Jefe de Casa, estaba acostumbrado a las lágrimas de las jóvenes temperamentales, y nunca lo habían afectado mucho. Pero las lágrimas de su mujer lo ponían en un estado que no lo dejaban dormir o pensar con claridad. La idea de que estuviera sollozando en ese momento, detrás de un hechizo silenciador, herida y miserable por su causa, era casi más de lo que podía soportar. Quería derribar esas protecciones y tomarla en brazos. Anhelaba besarla y desvanecer sus lágrimas y rogarle que lo perdonara.

¿Rogarle que lo perdonara? Dios. No. Por favor, no. No esto. No otra vez. No podía haberse enamorado de otra inalcanzable Gryffindor nacida de Muggles, ¿o sí? Esta vez al menos le correspondían sexualmente, pero eso era todo. Ella no estaba enamorada de él. ¿Cómo podría? Había sido obligada a casarse. Le doblaba la edad y tenía poco que ofrecerle, en términos de apariencia o riqueza. Todos sus amigos lo odiaban. Y esta misma noche había dicho que nunca sería capaz de confiar en él.

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Se levantó temprano, como se había propuesto antes de irse a dormir. Estaba siendo sentimental y ridículo por desear verla dormir a su lado una última vez, lo sabía, pero se permitió esa última indulgencia antes de cerrar la puerta del más reciente y embarazoso capítulo en la vida y los amores de Severus Snape, patético tonto de primera orden.

Su respiración era uniforme y constante. Un rizo rebelde se posaba cerca de su boca, normalmente lo habría apartado, pero ahora no porque la despertaría y entonces querría irse. Necesitaba usar el baño, pero se negaba a ir para no encontrar que se había marchado mientras no estaba. Eventualmente, las necesidades de su cuerpo lo obligaron a salir de la cama, pero cuando regresó, todavía estaba dormida. Solo cuando regresó a la cama se estiró. Sus pestañas parpadearon y sus ojos se abrieron. Cuando lo miró y sonrió, su corazón se detuvo. ¡Lo había perdonado! Pero entonces los hechos de la noche anterior regresaron y su mirada se cerró. Empezó a salir de la cama, dándose cuenta de que estaba desnudo, conjuró su bata. Él dirigió una última mirada a su espalda y sus hombros desnudos antes de que se pusiera la prenda, cruzara la habitación, y cerrara la puerta tras ella.

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NT: Oigan, ¿alguien entendió por qué se tomaron la poción esa noche para repetir ese mismo día si ese día no había pasado nada relevante? Literalmente solo desayunaron, él se fue a hablar con Voldemort (¿de qué o qué?), regresó de noche y se bebieron la poción. Me he quedado un poco confundida. Si alguien lo captó, ¿me explican? :') (siento que debería ser yo la que diera las explicaciones, al fin y al cabo soy la que está traduciendo, pero ya he releído esta parte varias veces y creo que algo se me está escapando).

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora