Capítulo 20

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Empezó con los Horrocruxes, luego empezó viendo todas sus conversaciones con Harry. Fue implacable, arrastrándola de memoria en memoria hasta que casi se sintió mareada. No se quedó en ninguna memoria mucho rato, saltando de una a otra, ignorando enojo, frustración, esperanza, alegría, tristeza, y miedo. Luego llegó a vergüenza y se quedó, buscando la memoria que le había dejado esconder durante su primera lección.

Ella lo distrajo con una conversación con Harry, cuando vio las marcas de la pluma negra que Umbridge le hizo usar. Desde aquí, siguió a Umbridge, a su discurso en el banquete de bienvenida, lo cual llevó a las memorias de Hermione de otros banquetes de bienvenida, incluyendo el de su selección.

Estaba cansándose, pero también estaba emocionada de qué tan bien lo estaba haciendo, porque Severus no se lo estaba dejando fácil. Él estaba esforzándose, y ella lo estaba logrando. No estaba ni cerca de la memoria que estaba buscando.

Los banquetes de bienvenida dieron paso a los banquetes de despedida, y a los viajes en el Expreso de Hogwarts – de vuelta en casa para las fiestas, y de regreso al colegio. Luego, está en el callejón Diagon, comprando materiales escolares. Una memoria en Madam Malkin lleva al día en el que Severus y ella fueron a buscar el vestido. Podía seguir luchando contra él, pero se había demostrado a sí misma que era capaz de defender su mente incluso cuando estaba cansada. Ese había sido su primer propósito al demandar esa prueba ahora, esta noche.

Su segundo propósito se cumpliría cuando le dejara ver la memoria que él estaba buscando. Pero primero, le mostró la memoria de su día de compras, le dejó verla salir del probador y ver la forma en que la miró mientras usaba ese vestido de satén negro, sentir que había reconocido su deseo, y sentirse gratificada por él, un poco excitada, incluso, y pensar que él era más atractivo de lo que se había dado cuenta. Él detuvo su búsqueda en ese momento, y esperó a ver lo que ella tenía por mostrarle.

Lo llevó a la noche anterior, cuando regresó a casa después de lanzar el Imperius, y la vio con palpable lujuria. Le dejó sentir lo que pensaba, sí, eso, y contemplar rehusarse a ir a su habitación. Yéndose al final, pero no por miedo o aversión, sino por compasión hacia él porque quedaba claro que estaba bajo una compulsión.

Su curiosidad los llevó a la oficina del director antes de la ceremonia de enlazamiento, antes de que los chicos llegaran y todo se fuera al carajo. Sintió su compasión por él, la escuchó decir, "difícilmente se compara a la maldición Cruciatus," enterándose finalmente, más allá de toda duda, de que no estaba horrorizada ante la idea de casarse con él. No lo había elegido, y se había resistido a la idea en un principio, pero su reacción no era lo que esperaba. Ciertamente no la compasión, o su reconocimiento de que la situación era difícil y desagradable para él tanto como para ella. Sobre todo, su curiosidad sin prejuicios, su pragmática decisión de que, si tenía que hacer esto, mejor que sacara el mayor provecho, y la forma especulativa en la que lo había mirado una vez que accedió a casarse.

Luego su humillación y enojo ante lo que había tomado como un insensible rechazo y disgusto. Él se mantuvo en el recuerdo mientras ella lo acompañaba a sus aposentos y esperaba que él regresara, sintiendo su ansiedad e inseguridad. Cuando tomó el libro, trató de concentrarse, pero no pudo leer más que el primer párrafo una y otra vez, sin poder comprenderlo, mientras su mente viajaba a mil por hora, pasando del enojo al miedo, la humillación, y la esperanza de que todo saldría bien finalmente – que tal vez él no la encontrara repulsiva y fuera decente cuando llegaran a eso, y que le diría que era su primera vez, y tal vez aún podían rescatar la situación. Antes de que su yo de la memoria regresara a la habitación, él se retiró.

Entonces ella empezó a llorar. Limpiando sus ojos airadamente, se levantó y juntó todos sus libros y papeles en un montón desordenado en sus brazos.

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora