Capítulo 27

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En el momento que Bellatrix entró en su mente, Severus volteó la jugada, escarbando a través de sus memorias con la misma brutalidad despiadada que el Señor Tenebroso usó el día anterior. Podía sentir el pánico de Bellatrix subir. Ella no tenía idea de que él fuera así de bueno. Sospechaba que Lucius tenía alguna idea, pero el Señor Tenebroso no, tampoco el resto de idiotas.

Las cosas que vio en la mente de la enloquecida bruja no solo fueron suficiente como para revolverle el estómago, sino que comenzaba a dolerle la cabeza. Había escuchado sobre eso, que podía suceder cuando se practicaba la Legeremancia en alguien desquiciado. Ignorando la jaqueca, siguió presionando, viendo horror tras horror, hasta que encontró lo que estaba buscando. La tarea especial que el Señor Tenebroso le había dado. El precioso artículo que le había confiado, una copa dorada que una vez perteneció a Helga Hufflepuff, pero que ahora emanaba una nociva aura que solo podía venir de un Horrocrux. Observó a Bellatrix llevar su precioso encargo a Gringotts y guardarlo en su bóveda, protegiéndolo con hechizos que multiplicarían los tesoros de alrededor para luego calentarlos hasta quemarlos.

Cuando se retiró de su mente, ella abrió la boca, pero antes de que pudiera emitir cualquier sonido, la aturdió y la arrastró a la cámara de Apariciones. Afortunadamente, estaba vacía. La Apareció junto con él, no en las puertas de Hogwarts, sino a un callejón en la parte más sórdida de Cokeworth. Ahí, la desmemorió y luego le lanzó un encantamiento Confundus. La dejó mareada, tambaleándose entre jeringas usadas y vagabundos Muggles, y caminó hacia su casa.

Desde afuera, se veía tan destartalada y envilecida como el resto del vecindario, pero el interior era limpio y acogedor. Agarró una poción para el dolor de cabeza del cajón del baño, tomó un puñado de polvos Flu de un recipiente sobre la chimenea y los tiró al fuego, diciendo, "Mansión Malfoy."

"Severus," dijo Narcisa desde la chimenea.

"¿Terminó la reunión?"

"Sí, la mayoría ya se fue."

"¿Está Lucius disponible para hablar conmigo?"

"Déjame ver," dijo, desapareciendo de la chimenea.

Un momento después, Lucius apareció. "¿Severus?"

"¿Puedes venir? Estoy en La Hilandera."

"¿Qué estás haciendo ahí?"

"Te lo diré cuando llegues. ¿Puedes venir?"

Lucius desapareció por un momento, luego las llamas crepitaron y él salió hacia la sala de Severus. "¿Por qué no estás en Hogwarts?"

"Porque no puedes llegar por Flu a Hogwarts."

"Severus, ¿por qué estoy aquí?"

Severus suspiró y pasó la mano por su cabello. "Necesito usar tu biblioteca."

"¿A estas horas de la noche? ¿Entonces por qué no solo te quedaste en la mansión?"

"No ahora. Mañana."

"Por supuesto. Está a tu disposición."

Severus dudó. "¿El Señor Tenebroso suele usar la biblioteca?"

Lucius lo miró larga y duramente. "Si esto es algo que hará que maten a mi esposa e hijo, la respuesta es no."

Severus le regresó la mirada. "Continuar con lo que estamos haciendo posiblemente haga que uno o ambos sean asesinados, y tú también."

El momento se alargaba, la tensión entre los dos hombres era casi palpable, hasta que Lucius suspiró y se sentó en una silla. "¿Acaso eres un bárbaro? ¿Ni siquiera me ofrecerás una bebida?"

Deber y DeterminaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora