Al otro día. Dijon, Francia.
Cuando el taxi se detuvo frente a ese enorme edificio de piedra blanca, se dispuso a abrir la puerta, pero el conductor se le adelantó para hacerlo él mismo. Clementine sonrió agradecida, extendió la mano y le dio la paga por el viaje con una gran cantidad de dinero sobrante. El hombre abrió los ojos sorprendido, para luego reaccionar y meter la mano en el bolsillo guardando el dinero, pero no salió con la mano vacía, sino con una pequeña flor de papel rosa.
Algo tan sencillo pero significativo emocionó a la muchachita, no todas las personas en este mundo eran terribles, vivían apurados o estresados por su ritmo de vida, más de alguna podía darse unos segundos para hacer algo así. Quizás Clementine emanaba una tranquilidad y belleza distinta al resto de mujeres, por algo siempre destacaba dentro de un cúmulo de personas.
Cuando ingresó al edificio de la empresa de su hermano, todos se dieron cuenta de su presencia. Más de uno corrió a su lado para preguntarle qué deseaba, si quería comer algo, si necesitaba acomodarse en el mejor sofá del edificio o cualquier capricho que ella tuviera.
Clementine estaba segura que si pedía que le trajeran un elefante lo harían, cualquiera de los trabajadores en este lugar correría con tal de complacerla y así asegurarse de que la hermana del Rey del Universo estuviese en las mejores condiciones. Por suerte, la muchachita no era de ese tipo de mujeres que abundaban.
-No, gracias, sólo iré al sexto piso para esperar a mi hermano -el edificio de seis pisos, que por fuera se veía muy pintoresco, al estilo renacentista gótico de Dijon, por dentro era lo contrario, resaltaban la modernidad y la tecnología-. No se preocupe.
-Señorita Agreste, si usted necesita a su hermano podemos sacarlo de la reunión, tenemos órdenes de él respecto a hacer cumplir su orden -Clementine cerró la boca, los diez empleados que estaban a su alrededor en primera planta parecían preocupados y urgidos por correr donde Adrien y avisarle que su hermana estaba aquí. No le parecía bien que estas personas le temieran.
-Mi hermano desea cumplir mis deseos, ¿no? -asintieron convencidos. Cada uno de los cuarenta y siete empleados en este edificio sabían que todo valía poco y nada al lado de la hermana del jefe, así él lo había decretado con autoridad-. Pues mi deseo ahora es ir a esperarlo a su oficina mientras termina su reunión -alguien iba a insistirle que podían interrumpir la reunión, pero la muchacha negó-. Estaré bien, yo hablaré después con él.
Uno de los empleados la escoltó en el ascensor hasta asegurarse de que estuviera cómoda en la oficina. Cuando así fue, Clementine se acomodó en el enorme e imponente asiento giratorio de cuero negro. Miró todo lo que tenía la oficina de su hermano y sonrió orgullosa, pensar que hace unos años habían llegado con tan pocas cosas y ahora estaban en lo más alto.
Pero más que riqueza monetaria, a Clem le gustaría que su hermano alcanzara también la riqueza emocional con todos los demás y no sólo con ella o sus mejores amigos. Miró a un costado y vio la foto que tenía en tamaño grande de, según él, las mujeres más importantes de su vida. Pero su sonrisa se fue perdiendo cuando se puso a pensar en que el valor de una pareja para Adrien había perdido el sentido desde que llegó a Francia hace diez años, de hecho, lo había visto con muchas mujeres, realmente muchas como para recordar una cifra exacta.
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Here || Adrinette AU
Fanfiction[Secuela de Stay] Si en la mejor noche de tu vida te hubieran humillado, engañado y acusado de algo que no hiciste, ¿qué harías? Adrien Agreste es un buen ejemplo de que no puedes huir para siempre. Dicen que si algo está destinado a ser, será...