Veintidós.

472 49 58
                                    

     Las puntas de sus dedos acariciaban la esquina del escritorio de caoba que poseía Agreste

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     Las puntas de sus dedos acariciaban la esquina del escritorio de caoba que poseía Agreste. Toda la oficina era pulcra, ¿sería Adrien una persona obsesa del orden? A juzgar por el estudio de al lado y este lugar, sí.
     Soltó un gemido de frustración antes de acercarse al gran ventanal que tenía frente a ella, a pesar de que no se ubicara en el último piso de un rascacielos en Nueva York, este lugar tenía una vista espectacular de sus alrededores, justo para pensar en las cosas que la atormentaban.

     ¿Cómo pudo? ¿Por qué? Eran las cosas que se preguntaba, no podía creer cómo Adrien se había atrevido a hacer esto. ¿Cómo podría ella llevar en su cuerpo un modelo que fue creado con amargura, provocado por su culpa? Había sido la musa inspiradora de eso, pero no le enorgullecía en absoluto.

     Tenía ganas de correr y morder algo, dar una calada a un cigarro, cuando hace algunos meses no lo hacía, todo con tal de calmar la ansiedad que crecía en su pecho.

     Cuando quiso retroceder, chocó con algo firme y tibio que rodeaba toda su espalda, no había contacto directo, pero sintió cómo su cara ardía, quizás estaba roja, no lo sabía.

     Fue volteada por dos manos desde sus hombros y fue allí precisamente que pudo observar a la persona tras ella, sus ojos verdes se veían tristes, al igual que cada una de sus expresiones.

-Vamos a conversar, ¿está bien? -debía estar muy preocupado como para decirle aquello. Caminaron hasta un sofá que tenía y se sentaron a una distancia prudente, Marinette no podía mirarlo a la cara porque rompería a llorar-. Este modelo es demasiado importante para mí Marinette, demasiado como para que todo esto se arruine y termine en un desastre. Puedo ir a conseguir otra modelo si quiero, pero...

-¿Como Kagami? Créeme, ella desea ser mucho más que tu modelo.

     El rubio enarcó una ceja, apenas habían interactuado, ¿cómo sabía ese tipo de cosas? La azabache no era una persona a la que le gustara comentar lo malo de los demás.

-Pero no quiero a Kagami para este modelo, nadie me ha demostrado pasión con algo tan aparentemente simple como lo es la mirada, nadie excepto tú. Imagina, después de presentarte, después de que hayas encantado a los de Vogue e incluso a hombres y mujeres -dijo la última frase por lo bajo-. ¿Qué pensarán de nosotros? Que estamos jugando como niños, que no somos profesionales.

-No soy una modelo profesional, soy demasiado gorda, baja y estoy contigo porque tenemos algo muy serio entre ambos, como lo es el sexo -Adrien se atragantó con su propia saliva-. Esos fueron comentarios de todas las mujeres ese día, no míos -ambos se quedaron atascados con su mirada en el otro por unos cuantos segundos, hasta que Adrien recuperó el ritmo de la respiración-. Pero está bien, te dije que haría esto porque cumplo con mi palabra, aunque tengo una condición, Adrien Agreste.

-¿Cuál? -susurró.

-No volverás a mencionar lo que pasó hace diez años, no empezarás a culparme por eso de nuevo o a sacarlo en cara a cada momento -alzó la mirada hacia él, estaba reuniendo valor para hablarle-. Creas o no, es muy difícil para mí estar haciendo esto, cuando sé que las cosas entre ambos no son las mejores, pero también me importa que seas exitoso, y si puedo ayudarte lo haré. Una palabra Adrien -le apuntó firmemente-. Una palabra más y te juro que me voy, porque no hay ninguna cláusula en el contrato que me impida romperlo.

Here || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora