Treinta y ocho.

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     Al tenerla entre sus brazos, la sensación de plenitud era tal que apenas podía con ello, necesitaba hacerle el amor a Marinette, demostrarle que la amaba, llenarla de cariño y complacerla en todo lo que le pidiera

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     Al tenerla entre sus brazos, la sensación de plenitud era tal que apenas podía con ello, necesitaba hacerle el amor a Marinette, demostrarle que la amaba, llenarla de cariño y complacerla en todo lo que le pidiera. Pero tan sólo el día de ayer había sido dada de alta del hospital y no quería agitarla, no aún.

     De un segundo a otro, la azabache se sintió sumergida entre sus brazos, observada por esos preciosos y profundos ojos verdes que reflejaban anhelo y pasión, no le quedó de otra más que suspirar y embriagarse de ese hombre que la amaba.

-Te amo -susurró, lo sintió temblar con sus palabras, pero sabía que era de emoción-. Y me hace tan feliz que estés a mi lado.

-Yo estoy feliz porque estás despierta, porque Dios me dio una segunda oportunidad para hacer las cosas bien y no arruinarlas de nuevo -la observó unos segundos, la emoción era tanta que iba a explotar si no la liberaba, apenas podía contenerse viendo esos preciosos ojos azules brillar hacia él-. Han tenido que pasar diez años para que podamos ser felices, pero de cierta forma valieron completamente la pena.

-¿Te parece que nos sentemos frente a esa pared de vidrio a conversar sobre ello? Nos debemos tantas palabras, Adrien -miró pensativa hacia una parte del pent-house.

     Asintiendo dejó de abrazarla, pero sostuvo su mano y juntos caminaron hacia el chaise longue de terciopelo blanco que estaba justo frente a una enorme pared de cristal, la vista hacia el Central Park y Nueva York era sorprendente.
     Adrien se apoyó, pero dejó un poco abiertas sus piernas para que la azabache cupiera entre ellas, así lo hizo y se sintió más que bien cuando apoyó su espalda en el pecho del ojiverde.

-Fue difícil encargarme de Clementine en un país que apenas conocía, realmente la partida de mamá no fue fácil de superar.

-¿Alguna vez pasaron hambre? -el sólo hacer la pregunta fue difícil, pero cuando Adrien se tensó, supo que había dado en el clavo-. Dios, no, ¿de verdad?

-Sólo fue una vez, tenía que trabajar y estudiar al mismo tiempo para mantener a mi hermana en las mejores condiciones, pero en una ocasión me vi obligado a invertir en mi estudio, estaba con la cabeza en otra parte y se me olvidó comprar cosas para cocinar, estuvimos a base de leche tres días. No quería contarle a Nino porque me había ayudado mucho, Alya y Zoé siempre me mandaban dinero, pero no podía estarles diciendo 'hey, necesito más'.

-Adrien por Dios, así me siento peor -sus ojos se llenaron de lágrimas, imaginarlos con hambre era desesperante-. Yo viviendo bien cuando tú tenías que sacarte la mierda para criar a tu hermana.

-Son cosas que agradezco que me pasaran, ¿sabes? -besó el costado de su frente sin dejar de hacerle cariño en el cabello-. Antes no lo veía así, pero esas dificultades hicieron al hombre que soy ahora, me dieron mayor motivación para salir adelante, alcancé mi sueño y el de mi padre, de ser diseñador -la joven sonrió secándose las lágrimas que no habían caído.

Here || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora