Here || Adrinette AU

Veinticinco.

     Cuando sabes que hay algo que deseas bastante, pero que puede traer consecuencias, tienes una lucha interna tan grande que tu alma pareciera dividirse entre la seguridad que te da alejarte y caer en la tentación.
     Adrien sostuvo el cuerpo de Marinette entre sus brazos, podía estar un poco ebrio, pero la sensación de tenerla así era algo que no había experimentado en mucho tiempo. ¿Cuándo fue la última vez que su corazón se aceleró por una mujer? ¿Cuándo fue la última vez que se sintió tan jodidamente emocionado, sin tener explicación aparente?

     La preciosa azabache se aferraba a él, abrazándolo con sus brazos y piernas, sus bocas se devoraban con tanta pasión que se teñían de rojo con el calor que los envolvía, la humedad de sus lenguas sólo le agregaba lujuria al asunto.

     Terminaron cayendo sobre la cama, Adrien extendiéndose por completo, mientras Marinette se acostaba sobre su cuerpo para retorcerse lentamente entre caricias.
     El silencio de la habitación había desaparecido hacía mucho tiempo, sólo se podían escuchar sus respiraciones agitadas, el movimiento de sus labios y lenguas, y los jadeos que se escapaban de sus labios a causa de las caricias.

     Si esto fuese meramente carnal, como el sexo, ya estarían follando contra la pared, y aunque la bomba había explotado con esa intención, ahora que sus cuerpos se acariciaban con tanta delicadeza, la intención cambió. ¿Se podría decir que en este momento, Ceniciento y su princesa estaban haciendo el amor?
     No podían excusarse con el argumento de que estaban ebrios, tal vez el alcohol ayudaba a desinhibirse, pero ¿harían esto si realmente se detestaran?

     Adrien le sostuvo la cara con ambas manos y se dio el tiempo de mirarla varios segundos, pero de un momento a otro su expresión se fue angustiando, no quiso darle importancia, pero lo que estaba sintiendo era muy fuerte, tanto que la verdad le golpeaba la conciencia.
     Antes de arrepentirse, fue Marinette la que le dio un beso tan lento y tierno que le borró las dudas. Ambos eran un nudo de piernas y brazos, y volvieron a tocarse condescendientemente.

-Quiero besar cada parte de tu cuerpo -jadeó el rubio contra su boca, estaba tan jodidamente caliente que resistirse era un suplicio.

     La azabache atrajo el cuerpo del ojiverde hacia ella, permitiéndose acariciar su espalda y pecho ya descubiertos. Deslizó una de sus manos por su cuerpo, la metió a su pantalón y continuó guiándola hacia su miembro, comenzando a tocarlo por encima de su ropa interior, al mismo ritmo que llevaban sus lenguas. ¡Santo cielo! Esto no ayudaba en nada.

-Eres delicioso -susurró con la intención de dirigir su boca hacia abajo, pero el ojiverde fue más rápido-. Pero qué...

-No lo hagas -exhaló al borde-. Quiero... -le dio un vistazo rápido, antes de cambiar posiciones dejándola sobre el colchón, para luego darle la vuelta haciendo que quedara boca abajo.

     Lanzó su vestido al suelo y se dio el tiempo de apreciar su cuerpo desde atrás. ¿Cómo alguien podía criticarla por su físico sólo por no ser como el resto de las modelos?
     Estaba seguro de que si Marinette cambiara algo, tendría esa misma pasión tan calcada en su mirada y actitud que se sentiría feliz de tenerla. ¿Por qué pensaba en esas cosas respecto a sus sentimientos?