[Secuela de Stay]
Si en la mejor noche de tu vida te hubieran humillado, engañado y acusado de algo que no hiciste, ¿qué harías? Adrien Agreste es un buen ejemplo de que no puedes huir para siempre.
Dicen que si algo está destinado a ser, será...
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Se quedó en medio de la pasarela para que todos los fotógrafos y asistentes al desfile pudieran tomarle unas cuantas fotografías a la prenda, seguramente algunos subirían de inmediato la imagen del vestido a la web. ¡Es que era precioso! Faltaban adjetivos para poder calificarlo, era una de esas piezas que contemplas por horas dada su belleza y detalles que la hacen única.
La pregunta que surgía entre los presentes era una sola: ¿saldría a la venta? Muchos darían lo que fuera por conseguirlo, sin importar que otros también lo adquirieran, ya que de ser así, sólo unos pocos tendrían el privilegio de poseerlo.
Pero eran suposiciones nada más, pues en ese momento, en el que Adrien estaba embelesado por el vestido y la mujer que lo llevaba puesto, estaba seguro de una cosa, no vendería el vestido bajo ningún motivo, ni permitiría su reproducción. Era tan bello que nadie tenía el derecho de llevarlo puesto, salvo Marinette Dupain-Cheng que era la musa de su obra. Por supuesto que su cuerpo no reaccionó muy bien cuando la idea pasó por su cabeza, el ácido en su estómago subió hasta su garganta, haciéndolo toser.
Marinette volteó y caminó hacia el principio de la pasarela para que le dieran un último vistazo, pero el hombre tras el micrófono llamó a Adrien Agreste para que subiera al escenario. Así lo hizo el diseñador, subió con toda la elegancia que lo caracterizaba, los asistentes suspiraron por su presencia, porque era cierto lo que se comentaba, era bellísimo.
Con cuidado Adrien posó su mano en la cintura de Marinette y la acercó bastante para que sus cuerpos quedaran casi pegados de lado. Los asistentes estaban sin habla. ¡Parecían una pareja de recién casados! Por eso mismo y otras cosas más, los flashes no tardaron ni un segundo en llegar, querían captar al Rey del Universo y a su gran obra de arte llevada por su impresionante modelo.
Los ojos de la azabache seguían húmedos por toda la situación, un momento atrás se dijo que no más, pero ahora sentía que tenía que llegar al fondo de todo, necesitaba ese cierre, después sería libre.
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Lunes 5 de noviembre, tres días después.
Dijon, Francia.
Los sitios de moda y varias revistas a nivel mundial publicaron en sus portales online la foto de Adrien Agreste sosteniendo el cuerpo de Marinette Dupain-Cheng, destacando lo maravillados y totalmente enamorados que estaban los cibernautas y expertos en la materia por el vestido. ¡Rogaban que lo vendiera! ¡Que hiciera una reproducción masiva del vestido! Pero aún no conseguirían respuestas de su parte.
En este momento Adrien cerraba la computadora de su oficina después de mandar un correo a unos socios de la empresa. Sabía que no tenía tiempo para otras cosas ahora, debía irse a un estudio fotográfico en veinte minutos más, porque tendría una sesión fotográfica junto a Marinette para la revista Vogue. Esta era con toda seguridad la última actividad que tenían juntos y que estaba estipulada en el contrato, después de eso la ojizarca sería libre de volar de vuelta a Estados Unidos y continuar realizándose como una periodista.
