[Secuela de Stay]
Si en la mejor noche de tu vida te hubieran humillado, engañado y acusado de algo que no hiciste, ¿qué harías? Adrien Agreste es un buen ejemplo de que no puedes huir para siempre.
Dicen que si algo está destinado a ser, será...
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Sin decir una palabra por el momento, y aún conteniéndose las ganas de gritar, sostuvo también una galleta, la untó en helado y la chocó con cuidado contra la galleta que Marinette sostenía. Un nudo se formó en su garganta. ¿Acaso ella era cruel disfrutaba siéndolo? ¿Por qué le estaba haciendo esto?
Flashback.
Sorprendentemente la azabache tomó el pote de helado, sacó una cuchara de plástico que tenía en el bolsillo y se la tendió para que la cogiera con la mano izquierda. Tomó la suya que ya estaba usando y untó un poco de helado.
-Saca un poco -extrañado, Adrien lo hizo-. ¿Te acuerdas del brindis de la galleta? -la forma en la que lo miraba le pareció tan dulce-. Hagamos uno con helado, porque sé que se vendrán cosas nuevas. Sin importar nuestra situación económica, dejemos que las cosas sigan con naturalidad. ¿Estás de acuerdo?
Adrien se rio a su manera, meneó la cabeza sin creer que estaba haciendo esto.
-Sí, estoy de acuerdo -ambos chocaron las cucharas y se comieron el helado. Parecían dos niños sonrojados consigo mismos y con lo que hacían.
Fin Flashback.
Cerró los ojos con ese recuerdo y optó por comerse la galleta, pero la dulzura de ésta no le llegaba a la boca. Esa Navidad, esa maldita noche de diciembre, él había planeado una sorpresa para Marinette. Le había comprado una cadena de oro con un dije de galleta y un helado, porque eran dos símbolos que los unían. Esa noche cuando ambos estuvieran apartados, pensaba colocársela susurrando una frase que había practicado mucho tiempo. Iba a decirle 'te amo' con su propia voz, no más modulaciones, no más contenciones, podría decirle aquello, porque su esfuerzo mental también cooperó en ello.
Diez años después se encontraban ahí, eran dos adultos que se despedían después de finalizar el contrato que los mantuvo unidos prácticamente por tres semanas.
-¿Así de simple te vas a despedir? Vaya Marinette, mostraste tanta insistencia y entusiasmo por trabajar conmigo, y ahora aquí -indicó a su alrededor-, en una simple cafetería, es donde pretendes hacerlo, como si fuera algo simple.
-Sabes perfectamente lo del helado y la galleta, quería recordarte que aún habiendo odio entre nosotros, podemos tener un momento para reflexionar y dejar nuestras diferencias de lado.
-¿Quién te dice que lo estoy haciendo? -gruñó-. ¿Quién te dice que no te sigo detestado? Espera, espera -hizo una mueca-. ¿Piensas que voy a perdonarte? -aún cuando sus palabras dolieron bastante, Marinette sonrió lentamente.
-Y ahí está Adrien Agreste, cuando todo finaliza, aprovechas para sacar tu artillería más pesada, justo el último día. Lo único que sabes decir es eso, como si estuviera pensando en tu perdón, o en que no me odies -por supuesto que lo hacía, sobretodo desde que se había dado cuenta de que aún poseía sentimientos muy fuertes hacia él-. Te has vuelto una persona tan oscura y tan llena de resentimiento, que no sabes mirar más allá de tu ombligo.