Once.

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     Apretó los labios cuando por quinta vez durante esa tarde asomó el rostro en la habitación de Clementine

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     Apretó los labios cuando por quinta vez durante esa tarde asomó el rostro en la habitación de Clementine. Debía resignarse a que esto no funcionaría, ni ella aparecería por arte de magia, así que cerró la puerta con cuidado. La muchacha se había ido hace una semana y apenas tocó suelo en el Aeropuerto de Nueva York llamó a su hermano para comunicarle que estaba bien. 

     Era imposible, realmente imposible acostumbrarse a su ausencia en aquella enorme casa del siglo XVII ubicada al noroeste de la ciudad. Era amplia y decorada de forma exquisita al igual que el jardín y patio que poseía, pero era tanto su tamaño que en ese minuto se sintió aislado, casi como un rey que vive lleno de riquezas apartado del mundo. Tenía espacio para guardar su propio Audi, la limusina y el auto de Clementine, por eso le gustaba, pero estaba pensando en buscar un lujoso departamento en el centro de la ciudad.

     Se sentía destrozado, como si le hubieran arrancado un pedazo de su alma. A pesor de eso sabía que Clementine estaría bien, ya había puesto a su disposición un guardaespaldas, pero más allá de eso su hermana había pasado por muchas cosas fuertes como para crear una personalidad intuitiva y así confiar en las personas correctas, además de ser fuerte para resistir los altos y bajos. Sin ella, ¿con quién conversaría en casa?

-Con tu reflejo, imbécil -masculló y caminó hacia su oficina para revisar su mail, porque sabía que tenía correo nuevo de las personas de la marca Valentino.

     La cosa había quedado así: durante la semana pasada estuvo dibujando piezas para una colección que les entregaría, pero cuando se dio cuenta de que cada una de ellas quedó perfecta, le dio lástima desperdiciar algo así en una tienda que no era suya. ¿No era obvio? Valentino era una marca famosa, ¿por qué venderían prendas de un diseñador de la competencia? 
     Firmó un acuerdo para vender su ropa por la temporada de otoño-invierno, pero a cambio ellos tendrían el 35% de las ganancias, después de todo, para ellos era otra marca en su propia tienda. Al final, lo que vendería serían los diseños que expuso en la Semana de la Moda, porque era lo que acordaron en un principio.

     Cuando terminó de leer el mail, sus dedos de inmediato teclearon en el buscador del navegador, no era una persona curiosa, pero como estaba solo y los pensamientos llegaban como dardos, no tenía otra opción. Tecleó en la barra 'Marinette Dupain-Cheng CNN' y con un resultado bastante contundente fue a Imágenes para ver qué cosa lo podría sorprender.

     Contrajo la mandíbula cuando pasaba una imagen tras otra, no eran cuentos sin fundamento sobre la importancia que tenía en el mundo del espectáculo, había muchas imágenes que demostraban a cuántos famosos conocía, incluso de ella misma en el set de la CNN con algunos fans. Luego cambió a los resultados de web para saber qué cosas se hablaban de ella. La mujer que logró pisotearlo en el pasado se convirtió en una de las periodistas más famosas del país, con 27 años había logrado cosas que otros no habían conseguido.

-Eso es fácil cuando tu papito es un Dupain -masculló antes de cerrar la ventana y quedarse mirando a la nada. Vaya, fue una mala idea haber visto cosas de ella. ¿Por qué lo había hecho? Simplemente porque quería averiguar quién era realmente la persona que le hizo aquella entrevista, pensó. Conforme con su respuesta salió de allí para meterse desnudo en la ducha.

Here || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora