Dieciocho.

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     No, esto era imposible

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     No, esto era imposible. Los ojos de Adrien viajaban de arriba hacia abajo para tratar de buscarle un defecto, algo que le dijera que todo era mentira, pero mientras más trataba de negarlo, más se daba cuenta de que era cierto.

     Marinette miró rápidamente a Clementine como si le pidiera ayuda. ¡Esto no iba a resultar!

-Por favor Clementine, retírate para hablar con Marinette a solas -miró a su hermana con evidente molestia.

-Pero...

-¡Te dije que salgas! -cuando se dio cuenta de que levantó mucho el tono de voz, se arrepintió de inmediato. Clementine apretó los labios angustiada y sin darle tiempo a disculparse, salió de allí golpeando la puerta. Por supuesto que las consecuencias de esto las iba a pagar la azabache que apretaba su barbilla y tenía la vista puesta hacia la gran ventana del despacho-. ¡¿Por qué vienes?! Si la memoria no me falla, recuerdo perfectamente que dijiste afuera de tu pent-house un 'hasta nunca', y ahora estás aquí parada, lista para jugar a ser modelo. ¿Quieres arruinarme el proyecto? ¿Quieres reírte en mi cara?

     Marinette no pudo reprimir la risa que disfrazaba el temor que sentía, ese hombre llegaba a ser paranoico. ¿O era egocentrismo puro?

-Adrien Agreste, ¿me tienes miedo? -al escucharla casi se le salieron los ojos por las cuencas al ojiverde-. Estoy aquí porque la persona que consideras más importante en tu vida me lo pidió, a quien por cierto, injustamente le levantaste la voz.

-¿Por qué me está pasando esto a mí? -golpeó la mesa-. No Marinette, no te tengo miedo. Y mucho menos te necesito. ¿Con qué excusa mi hermana fue a tu hogar? Me ha faltado al respeto haciendo eso a mis espaldas -la ojizarca se mordió la lengua, por supuesto que lo único que no tenía permitido era decir el motivo, si algo debía resultar tenía que ser natural-. Es mejor que te vayas, costearé tu viaje de vuelta en primera clase.

-Dime algo, Adrien. ¿Has encontrado una modelo? -caminó hacia él, que estaba parado en la puerta con muy mala cara-. No, no lo has hecho. Me iré por esa puerta, Agreste -estaba cerca de él, tanto que casi rozaba su mentón-. Pero espero que te quede muy claro que tendrás una curiosidad enorme. ¿Pudo Marinette reflejar lo que yo quería? ¿Hubiera sido lo correcto? Jamás le di una oportunidad porque soy un cobarde -imitó su voz.

     Pero cuando quiso salir por la puerta, Adrien la alcanzó de la muñeca y con un sólo movimiento la puso delante de sí mismo, sujetaba su cintura con ambas manos y a pesar de que su rostro delatara emociones negativas, el agarre de sus dedos era tan suave que podía estimular hasta a la mujer más fuerte. En esa posición se veía quién dominaba la situación. Marinette apenas respiraba con la cabeza inclinada hacia arriba, apreciando en primer plano los poderosos ojos verdes del diseñador.

-No soy cobarde, si vuelves a decirme eso te juro que vas a lamentarlo -masculló roncamente, sus dedos rozaban la piel de Marinette, sintiendo cómo la yema de estos se quemaba-. ¿Quieres probar que tengo razón? Llamaré a Zoé, irás al estudio y te pondrás cualquier vestido para posar frente a la cámara. Si logras convencerme hablaremos de un contrato, pero te lo advierto -acercó su boca a la oreja de Marinette, sus labios casi tocaban su lóbulo derecho, el pecho de ambos se rozaba ligeramente y era un contacto tan agradable que sintió asco de sí mismo por pensar aquello-. Las periodistas no son modelos.

Here || Adrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora