[Secuela de Stay]
Si en la mejor noche de tu vida te hubieran humillado, engañado y acusado de algo que no hiciste, ¿qué harías? Adrien Agreste es un buen ejemplo de que no puedes huir para siempre.
Dicen que si algo está destinado a ser, será...
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El comentario de la enfermera levantó un poco su ánimo, pero no fue suficiente para sentirse mejor, estuvo a un segundo de su muerte y casi no podía explicarse cómo había sobrevivido sólo con magullones en la espalda.
Las bombas que detonaron estaban en el famoso Empire State, que se encontraba el frente, y no el de al lado como supuso Marinette antes de caer inconsciente. La ola expansiva rompió vidrios y puertas, incendió algunas estructuras aledañas e hizo añicos lo que estuvo a su paso. Su cafetería, su dulce y pequeña cafetería que había puesto con tanto esfuerzo junto a su esposa, estaba en ruinas.
Quizás se lo merecía, por haber sido un imbécil cuando era joven, pero no ella, que siempre fue una mujer encantadora. ¿Acaso estaría pagando la pérdida de su primera inversión, por todo su comportamiento del pasado?
Ahora su esposa vendría a verlo al hospital, porque sabía que no podía salir de allí hasta que terminaran la intervención quirúrgica de Marinette Dupain-Cheng. Su rostro le fue familiar apenas cruzó la puerta de su cafetería, después de unos segundos se había dado cuenta de que la vio en dos ocasiones, cuando frecuentó una turbia amistad con Luka Couffaine. Si esa azabache de rostro perdido no fue capaz de moverse, tampoco él la dejaría allí a su suerte, para que los escombros la mataran.
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Tom miraba con notoria angustia la televisión en la oficina de Adrien, no podían creer cómo la mente del ser humano era capaz de maquinar un meticuloso plan asesino contra gente que no tenía la culpa de ciertas acciones que tomaban sus políticos.
Todos los noticieros del mundo estaban con un enlace a Nueva York y la imagen del centro de la ciudad reflejaba que estaba hecho un caos, el edificio Empire State se encontraba en el suelo junto a los escombros que derrumbaron otras propiedades cercanas. Los analistas calculaban el número de muertes en, al menos, 1.500 personas, más de 300 heridos, y la cifra seguiría aumentando.
-¿Por qué no llama, para cerciorarse de que están bien? -preguntó Adrien. El hombre sostuvo el teléfono.
-Lo están, sabrás que lo están cuando llame a Sabine -marcó de inmediato a su esposa, no pasaron más de dos tonos hasta que ella contestó-. ¡Amor!
-Tom, ¡Dios! La ciudad está hecha un caos -lloraba, el Time Warner quedaba a once minutos en vehículo del edificio derrumbado, el ruido se había escuchado poderosamente cerca, el temblor también y la inseguridad dominaba a todos en el país-. ¡Necesito que vengas! ¿Has podido comunicarte con Marinette? No contesta su teléfono, llamé al canal y dijeron que salió a tomar un café.
-Quizás aún no llega -gimió, la pena que tenía en el cuerpo no era por eso-. Mi vida, llamaré a mis contactos, encontraremos a Marinette y estará bien, debe estar por volver. No apagues el teléfono, y por favor, ve a casa y mantente segura.