[Secuela de Stay]
Si en la mejor noche de tu vida te hubieran humillado, engañado y acusado de algo que no hiciste, ¿qué harías? Adrien Agreste es un buen ejemplo de que no puedes huir para siempre.
Dicen que si algo está destinado a ser, será...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-No te vas a ir, pequeña, y todo gracias a Félix -murmuró Adrien al besar una última vez su frente. La mujer imponente del mundo de las noticias, esa que tenía carácter para enfrentarse a todo, ahora estaba débil dependiente de máquinas y líquidos para estabilizarla.
Realmente estaba seguro de que no se moriría, pero de todas formas quería hablar con el médico a cargo de ella para que le diera todos los datos relevantes de lo que fue la intervención y lo que le esperaba de aquí en adelante. Le dio una última mirada, prometiéndole sin palabras que estaría pendiente siempre de ella.
Cerró la puerta tras de sí con un gran suspiro, lleno de angustia, las lágrimas que cayeron hace unos segundos se secaron en sus mejillas dejando unas marcas. Ella iba a estar bien, las cosas no habían sucedido para terminar en una tragedia. ¿Coincidencia que entrara a la cafetería de Félix? ¡Imposible!
Por otra parte, allí estaban los Dupain-Cheng mirando a Félix, mientras éste les relataba la forma en la que había sucedido todo, emocionándolos porque imaginar la escena era vivir las emociones que les describía, era ver a través de su relato lo que sus ojos no pudieron hacer.
-¿Y tú te has hecho exámenes? -preguntó Tom. Félix negó incómodo, no era que no tuviera dinero, pero es que tampoco tenía la cabeza para ello cuando el accidente había sido muy fuerte para él-. Pues debes hacerlo, voy a costear todo lo que necesites, pero si tienes un dolor de espalda, es bueno que te veas.
-No señor Dupain, preste toda atención a su hija que lo necesita más que nunca.
-Pero incluso teniendo tus propios problemas estuviste a primera hora de la mañana acá conmigo dándome consuelo, por favor, es lo mínimo que podemos hacer por ti -interrumpió Sabine-. ¿Está bien? -él asintió sin darse cuenta de que la pareja se miraba dándose un mensaje secreto. Se enteraron de que la cafetería donde estaba Marinette fue suya, lo siguiente a hacer era obvio. De pronto fueron interrumpidos.
-Señores Dupain-Cheng -al lado del médico tratante estaba Adrien, que fue quien lo trajo-. Soy Álex Mousa, el cirujano que estuvo a cargo de la extensa operación de su hija -nadie allí presente dijo una sola palabra-. Sé cuánto quieren saber del estado de ella, qué es lo siguiente, si hay o no consecuencias neuronales con el golpe. Su hija aún está en estudio con TAC cerebral, angiografía cerebral y otros procedimientos para descartar consecuencias. Ahora, en cuanto a su pulmón y las costillas rotas, estas últimas ya fueron intervenidas con sujeción de clavos -se extendió en explicaciones lo más simples posibles para que pudieran entenderle, todos asentían, pero no podían evitar tener un rostro preocupado-. Tendrá reposo de seis semanas cuando despierte y el drenaje que está en su costado elimina líquidos y sangre que queda después de la operación, para que no se asusten -asintieron aún con la duda en el rostro-. Quiero que les quede claro que Marinette está fuera de peligro, gracias a las transfusiones de sangre y todo lo que se le hizo a tiempo no va a empeorar, por si lo piensan. Sólo necesita tiempo para recuperarse.
