Capítulo 29

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Anna

-¿Vas a dejar de fumar como un poseso en algún momento o tengo que tirarte el tabaco por la ventana?

La voz de mi ya querida amiga Victoria de Angelis resuena entre las paredes insonorizadas del estudio en Santuario Måneskin con más potencia de la habitual, un toque de autoridad dejándose entrever en sus palabras. Damiano la mira con los ojos muy abiertos, como perplejo, y vuelve a dar una calada a su cigarrillo, manteniendo la calma por encima de todo. Sin pensármelo dos veces, me dejo caer a su lado, en el suelo frío del estudio, y suelto, en un suspiro largo, las bolsas que vengo cargando desde que salí de las clases de danza y Vic me propuso que fuésemos de compras.

-¿Algún problema, de Angelis?- rebate él. Me sorprende lo ronco que suena, lo especialmente cansado que le veo hoy. Me pregunto también, a la vez, si no se le habrá pasado nunca por la cabeza dejar el tabaco, sobretodo siendo cantante, teniendo en cuenta los problemas que fumar le podría acarrear para su carrera y su futuro.

-El único problema aquí eres tú. Llevas dos días con cara de mierda y sin componer, y no me vengas con la gilipollez de que estamos teniendo un bloqueo creativo porque eres perfectamente consciente de que los chicos y yo estamos mejor que nunca- mi mirada se debate entre los dos. No puedo posicionarme de parte de ninguno, claro está. Han teñido unos problemillas internos, por así decirlo, últimamente, y no estoy en mi derecho de inmiscuirme en sus asuntos-. Levanta el culo del suelo de una vez y termina la canción, Damia. Joder, intento darte tiempo, pero no es precisamente eso lo que tenemos a nuestro favor estos días. La discográfica nos está presionando más que nunca. Tenemos un tour pendiente y un disco por terminar y, definitivamente, las fechas límite ya no están pisando los talones.

Un bufido escapa de los labios de Damiano. El humo y su olor a tabaco se cuelan por mis fosas nasales, pero ignoro las sensaciones que eso provoca en mi organismo. Su perfume... su perfume también está presente en ese olor que percibo. Me dan ganas de enterrar la nariz en su cuello y perderme en él y su esencia.

-Estoy intentándolo lo mejor que puedo, Vic, y lo sabes, pero no pienso forzarlo. No me gusta lo que escribo. No siento las letras. Está todo jodido.

-Pues no puede estarlo.

Trago saliva, agachando mi mirada hacia el suelo. No puedo evitar sentirme como una intrusa en esta conversación. Es verdad que Victoria me ha invitado a pasar con ella al estudio, pero todo esto se siente demasiado... personal, demasiado Måneskin, como para estar yo escuchando.

-¿Queréis... queréis que os deje a solas?- inquiero, con suavidad-. Puedo irme al salón, o a la azotea, o... No sé.

Hago un movimiento para levantarme del suelo, pero Damiano me agarra del brazo al instante y termino cayendo sentada de culo junto a él. Otra vez.

-No te preocupes, amore. Estoy seguro de que Vic y yo podemos mantener esta conversación civilizadamente, como dos personas razonables- noto la ironía en sus palabras, el retintín con que habla. Sé que ella también lo hace.

Tengo entendido que Damiano y Victoria suelen ser quienes más discuten dentro de la banda. Es curioso. Son muy distintos, polos opuestos, y a la vez increíblemente parecidos.

Thomas me ha contado que tienden a pelearse tan a menudo cuando están produciendo nuevos temas que podría considerarse hasta deporte olímpico. Me ha asegurado que no tengo de qué preocuparme. Damiano y Victoria cargan con unas energías y personalidades muy arrolladoras y necesitan destensarse de cuando en cuando. Eso es algo bueno, a mi parecer, pues me he pasado media vida evitando discusiones con Alejandro y con mi madre y debo decir que, cuando todo el dolor y la rabia se acumulan y explotan como cualquier bomba de relojería lo haría, no se pueden esperar resultados positivos.

The Devil's RoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora