Capítulo 34

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Damiano

Las páginas de papel de la revista crujen entre mis manos cuando las estrujo con rabia. Las últimas notas de nuestra nueva canción resuenan en el estudio mientras mis ojos se centran en la portada del diario más popular de toda Italia, cada palabra y titular sensacionalista de la portada clavándose en mi cerebro. Suspirando, me giro hacia los chicos. Una única frase se repite en mi mente: "Bianca Sandrini se compromete al fin... pero no con quién crees. Todo sobre su relación con el editor literario Donato Coppola".

-Es increíble. Es jodidamente increíble. Todo esto. Cada puta cosa que dicen aquí. Mentira. Todo mentira- hablo exasperado, golpeando mi mano con fuerza contra la mesa del estudio. Dejo la revista sobre ella y extiendo el brazo para coger mi botella de agua. Necesito aclararme la garganta. Necesito calmarme. La sesión de estudio ha sido demasiado intensa y está situación está poniendo a prueba toda mi paciencia y mi autocontrol-. ¿Dónde coño has conseguido esto, Ethan?

El batería me mira con ojos calmados y se recoge el pelo en una simple coleta con las manos expertas del que ha trabajo con una melena así toda su vida. Nunca se tensa ante las adversidades, ni mucho menos ante mí y la parte negra de mi alma que me obliga a tomar las riendas del momento y dejarme la garganta gritando, llevando a una pelea monumental probablemente. Aún así, en la forma en que frunce el ceño noto algo de respeto y preocupación.

-Estaba en el buzón, ya te lo he dicho.

Resoplo, incrédulo.

-¿En el buzón? No me importan las mierdas que echan al buzón. Son la cosa más falsa del universo, solo consiguen alentar a las masas- me paso una mano por el pelo-. Y esto... esto es una gran mierda, créeme. Hace solo una semana que dejaron de hablar de mi ruptura con Bianca y ya están mencionando su compromiso. ¿Qué será lo siguiente? ¿Un reportaje si se queda embarazada? ¿Hacerle una entrevista en la cárcel a su hermano antes de la boda?

Victoria suelta un grito ahogado y se acerca a mí, arrebatándome el paquete de tabaco de las manos justo cuando me lo saco del bolsillo, dispuesto a ahogar mi ansiedad en el humo de un cigarrillo.

-¿Qué coño haces?- grazno.

-Alejarte de esta mierda- responde ella con voz ronca, guardando el tabaco en el bolsillo de sus vaqueros estrechos-. No sé si te estás escuchando, Damiano, pero deberías calmarte. Le estás alzando la voz a Ethan, me la estás alzando a mí y, definitivamente, dentro de un par de horas te vas a terminar arrepintiendo de lo que estás diciendo, así que no pienso permitir que nos dejemos de hablar otra vez. Al menos no ahora que la banda está funcionando.

Agacho mi mirada y, en un arrebato de consciencia y calma, me quedo callado y escucho a la que se ha convertido desde que nos conocimos hace más de seis años en mi voz de la razón. Victoria es mi ancla. Es mi amiga y confidente, en las buenas y en las malas. Me acoge en su burbuja de caos y felicidad cada vez que lo necesito y me baja de las nubes con sus palabras y su deliberada frialdad.

-Yo... No quería decir eso último- murmuro.

-¿Lo de Bianca y su hermano?- Thomas alza la voz por primera vez en la tarde, dejando su sitio junto a la batería y acercándose a mí. Se sienta en uno de los taburetes que hay repartidos por el estudio y apoya sus codos en la mesa-. Pues lo has dicho.

-Y lo siento, joder- me disculpo, ocultando mi cara entre mis manos-. Sabéis perfectamente que le guardo mucho cariño. A Bianca, me refiero. No quería... Es que, joder, ahora estábamos muy bien, pero estas cosas me revuelven demasiado por dentro. Me traen cosas a la mente y empiezo...

-Y empiezas a fumar. Demasiado- termina Ethan por mí. Su mano se posa sobre mi hombro y deja un leve apretón en él-. Hemos terminado un puto disco en tiempo récord, Damia. Relájate.

The Devil's RoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora