Capítulo 33

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Anna

Las estrellas brillan, resplandecientes y altas en el cielo, y me recuerdan a libros y escritos, poemas y canciones. La mano de Damiano se desliza por mi espalda cuando caminamos hacia las calles abarrotadas del Navigli nocturno, habiendo dejado hace ya unos minutos el restaurante atrás. Vic, Ethan y Thomas nos siguen de cerca. Hablan sobre alcohol y fiestas, sobre los mejores bares de copas de todo Milán y sus antiguos conciertos diminutos en las cafeterías más recónditas de la ciudad.

Un fragmento de Neruda se sucede por mi mente, recordándome la inmensa admiración que siempre he sentido hacia él y su poesía, esos versos maravillosos que conocí sentada en la parte de atrás de la clase de Literatura gracias a una profesora devota a las letras y a todas las emociones que se desprenden de ellas. Me imagino su moño despeinado recitándolo y esas gafas de culo de botella al borde de caerse del puente de su nariz. Era joven. Fresca. Se ponía faldas largas y tenía un estilo tan bohemio que siempre me traía las fotos de cuando mi abuela era joven a la mente. Se parecían, sí, o eso creía yo a mis ocho años recién cumplidos. Ahora, reflexionando, sé que, al menos, compartían el amor por las páginas amarillentas de un buen libro.

-¿Conoces a Pablo Neruda?- le pregunto a Damiano mientras caminamos-. Fue un poeta y político chileno muy importante. No sé si alguna vez habrás oído hablar de él. Te veo pinta de profundo, incluso aunque te las des de cantante sexy.

Suelta una risita ante mi comentario y sus dedos pasan de mi espalda a mi mano izquierda. La estrecha entre las suyas y, poco después, recorre el contorno de mi flecha tatuada con las yemas. Siempre lo hace últimamente. Por suerte, el tatuaje ha curado muy bien, así que no hay nada que se lo pueda impedir. Supongo que tenemos la misma costumbre: acariciarnos la tinta, esa que queda impregnada en la piel y en el corazón.

-¿A Neruda? ¿Cómo no conocerle, Anna? Uno de sus poemas ha estado en bucle en mi cabeza desde la primera vez que lo leí. Era muy bueno.

Alzo las cejas, sonriendo ampliamente.

-¿En serio?- hablo, sorprendida-. A ver, ¿qué poema es? Yo tengo mi favorito, pero dime tú el tuyo primero. Me da curiosidad.

Nos paramos durante unos segundos en mitad de la calle y Damiano mira al frente, pasándose la lengua por los labios, como pensativo. Estoy segura de que trata de recordar el título del poema.

-Era el de... El de las estrellas- ladeando la cabeza, lleva su mirada hacia la mía-. "La noche está estrellada y tiritan, azules, los astros a lo lejos"- recita en su mejor pronunciación del español posible.

Casi se me cae el alma a los pies. Niego con la cabeza para mí misma sin poder ocultar la risita nerviosa que escapa de mi garganta.

-Esto es técnicamente imposible. No me puedo creer que ese poema sea tu favorito.

-¿Por qué? ¿Qué pasa?

Me encojo de hombros.

-"Puedo escribir los versos más tristes esta noche"- el título sale de mis labios en una especie de suspiro contenido-. Es el mejor poema que he leído de Neruda. Antes, he mirado a las estrellas y me he acordado de un fragmento. Mi favorito, sí. Es mi favorito también. Triste, doloroso. La historia de un amor perdido y el deseo de volverlo a encontrar.

-Poema XX- musita Damiano, la luna y las luces de Navigli reflejándose en sus oscuras pupilas-. Así lo conocí.

-Mucha gente lo llama así- asiento con la cabeza-. Yo también lo conocí con ese nombre, pero para mí siempre ha tenido el otro título. El largo, profundo y depresivo.

Echamos a andar de nuevo, nuestras carcajadas haciendo eco las unas de las otras, y la palma de su mano vuelve a mi espalda.

-"De otro. Será de otro. Como antes de mis besos"- la voz de Damiano se pierde entre el ruido de las calles y, por debajo de nuestros pies, del agua en movimiento. Me provoca sensaciones que, incluso estando consciente y alerta, no me atrevería a describir por miedo a saber qué significan, qué me causan-. "Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido".

The Devil's RoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora