22. Se necesitan dos para bailar un tango

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CAPÍTULO 22

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CAPÍTULO 22

"Se necesitan dos para bailar un tango"



6 meses después...



Los días duros dejan cicatrices en el alma, pero solo nos recuerdan lo fuerte que podemos ser...

Uno de los motivos por lo que digo eso es porque seguíamos juntos a pensar de los problemas con la policía y con Lila. El invierno se aproximaba y con su llegada, volvió a aparecer mi deseo de querer huir de todo. Sin embargo, no lo iba a permitir y para eso había un solo lugar que me otorgaba paz y tranquilidad.

El clima es mucho más frío acá que en la ciudad, pensé mientras miraba los copos caer lentamente desde el cielo nublado.

—Me está empezando a gustar la nieve solo porque estoy a tu lado y uso mis pantalones favoritos.

Luca soltó una risita tierna y puso su mano al costado de mi hombro para atraerme hacia él y abrazarme de lado.

—Y a mí me gusta porque nos conocimos cuando ella caía sobre nosotros.

Cerré los ojos tratando de buscar ese momento en mi cabeza pero fue en vano, no podía recordar cuándo nos conocimos y ni siquiera terminaba de recordar todas las travesuras que habíamos hecho para que no nos descubran.

—¿Cómo nos conocimos? —Solté de repente y escuché como Gianluca soltó un gran suspiro.

—No creo que sea el momento correcto...

—Quizás nunca lo sea porque nunca lo recordaré.

—No seas tan pesimista, Amber —su tono se oyó algo frío.

—No soy pesimista, soy realista.

Hubo un leve silencio y cuando lo vi noté como el aire salía de su nariz.

—Quizás no pueda curar tu corazón, pero puedo hacer que duela menos.

—Por favor —dije sarcásticamente.

Sacó su brazo de mi cuerpo y agarró mi mano suavemente, luego la levantó y me dio un beso en los nudillos.

—Luces muy sexy con ese peinado y tus mejillas coloradas —murmuró con una sonrisa.

—¡Gian!

Rió y empezó con la historia, una que jamás olvidaría y de la deseaba con ansias recordar sus detalles.

—Era una tarde fría de diciembre, justo unos días antes de navidad, por lo que me contaste, venías para comprar el hotel en donde yo trabajaba los fines de semana para tener unos pesos de más.

»Recuerdo perfectamente cuando salí del edificio y te vi con Nilsson, sus brazos estaban entrelazados y el brillo en sus ojos era tan llamativo de ambos lados, sin dudas estaban enamorados. Pero todo eso se esfumó cuando me viste a mí, ¡dios! Nunca había visto algo esfumarse tan rápido.

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