35. Entender que ya no estás

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CAPÍTULO 35

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CAPÍTULO 35

"Entender que ya no estás"


Admitía que un embarazo era muy difícil en verano; y respecto a eso, todavía con cuatro meses de embarazo la doctora no descubría el sexo del bebé, aunque me decía que esté tranquila ya que era muy probable que sea dentro de uno o dos meses más.

El trabajo se había hecho muy extenso sin Nilsson como mi mano derecha, y aunque estaba tomando entrevista a la gente fuera y dentro de la empresa debía admitir que ninguno le llegaba a su nivel de elaboración y planifican todo tan bien como él.

Cosa que me estaba angustiando porque tenía que hacer todo yo sola, ya que cuando alguien me ayudaba no me entendía o yo no entendía y terminaba agradeciendo su ayuda con señal de que se vaya. A veces me ponía muy histérica, sí, y ni yo misma podía controlarme, pero culpaba a las hormonas del embarazo.

Si hoy en día me preguntarían qué fue lo más feo de mi embarazo, juro que no diría que el parto, respondería el dolor de espalda, de cintura y el calor insoportable que mi cuerpo tomaba. ¡Me sudaban hasta los pies!

Nadia fue una gran mejor amiga y tía durante y después del embarazo, ella todos los fines de semanas luego de dos meses de la muerte de mi hermana y Gianluca, venía a visitarme y me traía varias opciones para la habitación del bebé y traía cosas que ni yo sabía cómo ella sabía que yo quería.

Okey, hice un trabalenguas...

También me acompañaba todos los meses a los chequeos diarios con la doctora, y siempre a la salida me llevaba de compras para animarme por las cosas que ya no me entraban.

Con cada mes que pasaba un pantalón dejaba al fondo del armario y lindos zapatos guardaba en sus cajas, todo con la esperanza de que unos meses después de tener a mi bebé pueda volver a usarlos y salir a pasear con mi hija o hijo llevándolos puestos.

—Todo va a valer la pena cuando tengas a tu bebé en brazos y vuelvas a quedar como Lady Gaga —recuerdo que mi cuñada me dijo cuando se dió que puse mala cara al ver los pantalones de embarazo.

—¿Estás diciéndome con todo esto que ya estoy gorda?

Abrió los ojos en grande y me quitó el pantalón con delicadeza de las manos.

—¡No, no quise decir eso!

—Pero lo estás insinuando —susurré mirando mi barriga.

—Am, estás apenas de seis meses, no te imaginas todo lo que falta que crezca esa panza.

No sé si fue por el hecho de que literalmente dijo que iba a engordar más o porque me llamó igual que cómo me llamaba su hermano, pero las ganas de llorar se hicieron presentes y mis ojos se cristalizaron.

Nadia hizo puchero y me quiso abrazar pero yo levanté la mano en señal de espacio.

—Lo siento, el embarazo me hace sentir estúpida, inútil y también gorda.

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