16. Un amigo de confianza

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CAPÍTULO 16

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CAPÍTULO 16

"Una persona de confianza"

Habían pasado un par de semanas desde que me desperté del coma, la habitación del hospital se había convertido en todo mi mundo. Nilsson me visitó todos los días, pero nunca pudo quedarse mucho tiempo y eso me dio mucho tiempo para pensar.

Con el tiempo, mi memoria de la vida en aquella aislada aldea de montaña, se desvanecía, mientras que la realidad se aclaraba.

Sin embargo, estaba segura que había una conexión entre esos dos mundos. La pregunta era: ¿qué tipo de conexión?

—Buenos días —escucho la voz de Nadia y cuando me volteo hacia ella estaba con su perfecta sonrisa y su uniforme.

Me había costado mucho asimilar todo, porque nunca pensé que mi imaginación llegaría al otro lado. Sin embargo, aunque no podía aceptarlo, fingía que sí.

—Buenos días, enfermera.

Ella se lamió los labios y se acercó a mí, quedando a una distancia prudente.

—Cuéntame Amber, ¿cómo amaneciste hoy?

Confundida, desesperada y tonta; en resumen muy mal.

—Excelente.

Nadia soltó una pequeña carcajada y anotó algo en una hoja con su lapicera, volteó a la siguiente página y leyó algo.

—Me alegro mucho, porque hoy al parecer quieren darte el alta... Por ende el doctor va a venir a examinarte.

Levanté mis cejas y pestañé una vez, aún más confundida. ¿A dónde se suponía que iría?

—¿Bueno? —traté de sonar normal, pero la palabra sonó más como una pregunta.

La chica de pelo castaño anotó algo más en su libreta y al levantar su cabeza me dio una sonrisa de boca cerrada.

—Bueno, te dejaré vestirte así podes hablar cómodamente con el doctor —Asentí y ella empezó a alejarse —Hasta luego, Amber.

—Hasta luego —dije en un murmullo y empecé a vestirme.

Justo cuando me ponía la última prenda, apareció el médico junto a Nadia de nuevo.

—Doctor, acá estoy están los resultados —Nadia dijo y escuché como le pasó papeles.

El chico se aclaró la garganta y hubo un pequeño silencio.

—Habilidades motóricas, buenas. ¿Tienes algún problema con tu memoria o tu forma de hablar?

Torpemente me di vuelta y choqué con sus ojos, los ojos color café de él y mi corazón empezó a latir con desesperación por la angustia.

Era él, Bruno, pero no había ningún gesto de confusión en su rostro. Quería pedirle ayuda a gritos, pero él no le reconocía o mejor dicho, no conocía lo que me estaba pasando.

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