17. Enfrentamiento

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CAPÍTULO 17

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CAPÍTULO 17

"Enfrentamiento"

Caminamos tranquilamente por el patio agarrados de la mano, a veces nos besabamos transmitiendo todo y otras veces con desesperación. Ambos nos sonreímos como tontos cuando nos mirábamos a los ojos, estábamos tranquilos mientras yo jugaba con el cachorro y él miraba el cielo.

—Quiero contarte todo sobre la experiencia que tuve en el coma.

Gianluca me miró, centrándose solo en mí y con una sonrisa de boca cerrada, asintió con la cabeza.

—Era tan real, tanto que hasta siento que podría escribir un libro sobre eso...

Se levantó del césped y se acomodó al sentarse, Lolo se alejó y empezó a jugar con las flores que había alrededor.

—Me encantaría escuchar eso, ¿te parece si salimos a un bar y charlamos el tema?

A los minutos salimos y llegamos al taxi que nos esperaba, quería que todo el mundo sintiera mi alegría y fuera feliz por mi nuevo comienzo.

En el camino estábamos impacientes y concentrados uno en el otro, así que no nos dimos cuenta que había un coche aparcado detrás de nosotros; las luces del auto se encendieron y la persona que conducía era mi hermana.

Llegamos al bar media hora después sin saber que Lila nos estaba siguiendo, nos vio entrar juntos y se dio cuenta que para ella era la oportunidad perfecta para hacerme la vida más difícil.

Como si no tuviera más problemas pero por supuesto, cuando llueve, llueve a cántaros.

Podía sentir su mirada en mí, notaba por el rabillo de mi ojo como él ponía una mano en su mejilla y su codo sobre la mesada con una sonrisa de boca cerrada. Me sentí importante en todos los sentidos, el hecho de que me mirara de esa manera y sonriera embobado me hacía sentir simplemente, especial.

—Por esta y por muchas salidas más juntos, ¡salud!

Sonreí y levanté mi copa a la altura de la de él.

—Por nosotros, ¡salud!

Chocamos las copas y el sonido me trajo recuerdos de mi fantasioso sueño, eso hizo que me quedara callada por un buen tiempo y un silencio muy feo hubo entre nosotros.

Bruno levantó su copa en señal de brindis y yo lo imité.

—¡Salud!

—¡Salud!

Tomamos cada uno y cuando bajamos las copas solo fueron miradas, puro silencio se presentó y solo fuimos nosotros mirándonos.

Tragué saliva al recordar todo tan perfectamente, Luca puso su mano sobre la mía después de arrastrarla con lentitud sobre la mesa.

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