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Minhyun siguió a Aron sin protesta alguna, pues tampoco se quejó que Aron lo agarrase de la mano y lo casi arrastrase. Era como si realmente estuviesen en peligro.

Amira dejo de chillar. Lao por fin pudo respirar tranquilo y quitar las manos de sus oídos. Ver como aquellos seres mitológicos mensajeros llevaban sus manos al cuerpo de aquella mujer, específicamente a la altura del corazón sacando aquella luz grisácea... aquellas manos tocando el corazón se veía que era realmente muy doloroso.

A modo de protección la chica había tenido un conjuro, que era aquel grito penetrante hasta para ese tipo de espíritus, pero no contaba con que estos mensajeros fueran más inmunes a ese tipo de conjuros.

Amira se botó de rodillas al suelo y comenzó a sudar frio.

— ¡Maldito! — lo maldijo con dolor y con voz muy suave pero lleno de odio— hiciste que se lleve mi mitad de inmortalidad.

— Te hice un favor. No sufrirás— respondió Lao y Amira sonrió de lado.

— No creo que sepas nada de sufrimiento— dijo con burla Amira y se levantó tambaleando.

— Cualquier ataque ahora te lastimara terriblemente— advirtió Lao, colocando sus manos en posición de conjurar algo.

— Prefiero la muerte— exclamo y lanzó un conjuro de ataque.

Lao vio volar varios objetos puntiagudos volar hacia él. No era lento y esquivo cada uno, no quería ponerlo como contra ataque aquellos objetos, pero si Amira seguía con ese tipo de ataque tendría que hacerlo.

Lao no tardo en cansarse.

— Detente, sino atente a las consecuencias— advirtió.

— ¿Cuáles? — respondió con burla, carcajeo y con su último esfuerzo muchos de esos objetos volaron hacia Lao con mucha fuerza y velocidad.

Lao esquivo algunos objetos y luego los detuvo pronunciando en mandarín muy antiguo unas palabras. Aquellos objetos se detuvieron y dieron la vuelta, y como si tuvieran vida propia esperaron el mando de Lao.

Lao señalo con una lentitud tremenda con su dedo índice a la dirección donde estaba la chica y con mucho pesar dio la orden con su dedo. Cerro los ojos con pena.

Amira agrando grandemente los ojos y espero que un objeto de ellos la penetrara.

Era su fin de ella.

Y nuevamente se escuchó su grito desgarrador, pero ya en su forma humanoide.

Jason nuevamente dio un golpe en la boca del estómago a Anás y lo único que pronuncia aquel chico es el nombre de la chica que lo acompañaba hasta esos días.

— Voy Amira— dijo con voz apenas audible.

Y Jason rápidamente lo agarro y aprovecho aquel estado de Anás. Ya que era ahora o nunca. Lo agarro de la solapa, lo hizo mirar atrás, exponiendo su cuello. Desgarro un poco el blusón negro que llevaba. De su mano derecha una luz blanca mezclada con color celeste surgió una figura pentagonal con cinco puntas de estrella.

El regalo y maldición que se me

Fue concedida por los grandes

Dioses del tiempo, dejadme darle

Una lección a este hombre que se burlo

De los sentimientos, por dejarse llevar por la avaricia.

La avaricia que es un mal presagio.

Aquella luz blanquecina celeste lo llevo a la altura del pecho de Anás.

— Tanto deseas la inmortalidad infinita— dijo Jason con superioridad— aquí lo tienes— y encajo su mano en el pecho de Anás. Le dio aquello que deseaba de la forma más cruel y dolorosa— te doy la mía.

Anás grito gruesamente del dolor, llamando la atención de varios espíritus que deambulan por allí, y también sonrió con victoria, por fin tendría la inmortalidad completa sin necesidad de aquella esfera. Cayo de rodillas por el fuerte impacto.

— Ahora solo falta Amira— dijo con orgullo, pero con dolor. El pecho aun le dolía y se sujetaba con fuerza como si aquello pudiera reducir su dolor urente.

Sentía que su corazón en cualquier momento dejaría de latir.

— Amira ahora es solo una simple mortal— dijo otra voz.

Anás levanto su rostro, vio y reconoció rápidamente aquel que fue alguna vez un inmortal. Amira sujetaba su costado izquierdo y con una mueca de dolor.

— ¡¿Qué le hiciste?! — grito con cólera Anás.

— Abuelito — dijo Jason con ilusión al ver a su abuelito de tiempo.

— Hola Jason— le sonrió con cariño Lao y acomodo aquel cabello rojo de su tataranieto.

Luego dejo a Amira a lado de Anás, quien no tenía nada de fuerza para atacarlo. Anás rápidamente agarro el rostro de Amira y confirmo que no vio mal. Amira tenía una mueca de dolor. Reviso rápidamente aquel lugar que se sujetaba Amira, mientras que ella narraba los acontecimientos que le sucedieron.

— No hay daño grave, curé su herida, pero al ser yo solo un espíritu solo pude realizar el proceso de curación la mitad, lo del interior tardara en cicatrizar como cualquier cirugía de quirófano.

— ¿La ayudaste? — susurro Jason a su tatarabuelito y este asintió.

— Veo que te libraste de la maldición — lo miro y este asintió— encontraste con quien pasar el resto de tu vida ¿no? — pregunto con una sonrisa.

— Si, se llama Baek, muy pronto lo conocerás— sonrió con ilusión.

— Seguro es muy guapo— dijo Lao y Jason se sonrojo terriblemente.

— Gracias — dijo al final Anás interrumpiendo aquella charlo, lo dijo con mucho coraje, pero lo hizo. Amira le conto los acontecimientos— por salvarla.

Lao solo asintió y sintió luego pena. Aquel hombre iba ver morir a la chica que amaba, porque claramente se notaba en su mirada que amaba a aquella mujer. La vejez con la muerte siempre iban acompañados, y aquella chica al menos lo acompañaría por varios años, ya que lo vio, lo vio con sus ojos que aun podían ver el futuro.

— Pudimos cuidar de Aron— dijo Lao a Jason— pero aún falta lo demás.

— Como compensación yo ayudare— dijo Amira con debilidad.

— Ya no puedes siendo mortal y peor con esa fuerza débil— dijo Lao.

Amira vio a Anás y aunque no quisiese, tuvo que aceptar a regañantes.

— Yo le indicare a Anás y él lo hará.

Lao y Jason desconfiaron, pero no tenían de otra que confiar, era la única esperanza en ese momento.

Aron detuvo sus pasos cuando llegaron donde inicio todo el desarrollo de dejar el cuerpo de Min para ir en busca de Min.

— ¿UTI? — pregunto Min con un sabor amargo en su boca.

Urushdaur [Minron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora