Nos vamos a Roma.

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Capítulo 2:

Marco.

-Me da igual. ¡Mátalo!- grité.

Giovanni apuntó y disparó. El hombre de Alejandro cayó al suelo llenándolo todo de sangre.

Ultimamente aquel suelo de aquella casa no paraba de bañarse de sangre. Ya habíamos cogido a varios de los hombres de Alejandro y algunos si hablaban mientras que otros como este no, y acababan muertos.

-Ya sabéis que hacer- dije antes de salir del sótano y subir hasta el nuevo despacho de la casa donde hacíamos nuestros chanchullos.

Entré y allí estaba Lucy. Esperándome en ropa interior sentada en mi silla de cuero negro donde tantas veces la había follado.

-Quítate de ahí- le dije acercándome.

Ella lo hizo, se bajo de la silla y esperó a que yo me sentara para sentarse encima de mi. Empezó a darme besos por el cuello. Lucy era una puta, una mujer de compañía que había pagado para que pasara tiempo conmigo.

Estaba buena, era rubia con los ojos verdes, tenía un cuerpo espectacular y follaba bien. Solo tenía un fallo: no era Jazmín.

No era aquella morena que entró en mi corazón y que yo dejé que entrara. Por que al fin y al cabo, ella ha sido la única que ha podido llegar hasta el.

Desde su muerte no había vuelvo a sentir. Nada. Ni alegría. Ni amor. Ni miedo. Ni tristeza. Nada. Todo se lo llevó con ella el día que la mataron.

Después de eso me encerré en su habitación. De alguna manera pensé que así podría sentirla. Que la vería salir del baño en toalla o que la vería al despertar a mi lado dormida. Pero no. Me acostaba solo entre sus cosas y me levantaba igual, solo.

Poco a poco fui saliendo más, fui retomando mi día a día. Su "funeral" fue una de las cosas que más me dolieron. Aquello significaba que se había ido. Que realmente había muerto y que aquella niña morena que solía probarme a todas horas no iba a volver. Que no volvería a verla por la casa al llegar. Que tampoco vendría al sótano a verme entrenar y mucho menos volvería a tocarla. A besarla. A sentirla.

Lloré. Lloré como un jodido niño pequeño en aquel puto funeral que tanto se habían esforzado por preparar Gianna y Carla. Lloré en su habitación a solas. Lloré en la ducha y lloré durante días. Lloré como creí que jamás lo haría.

Había perdido a la única persona que me había hecho sentir. Que me había dado amor. Que se había entregado a mi en cuerpo y alma. A la única persona que luchó por mi.

A veces seguía culpándome. Si solo hubiese llegado unos segundos antes, ahora ella seguiría viva. Si quizás no la hubiese dejado sola como lo hice estaría aquí, conmigo.

-A cosa stai pensando, amore mio?- Lucy me sacó de mis pensamientos y sentí algo al tocarla.

( A cosa stai pensando, amore mio? = ¿En que piensas, amor mio?)

-Te he dicho que no me llames así mil veces. ¿¡Como cojones quieres que te lo diga?- grité.

No podía escuchar aquel apodo, no podía. Me recordaba a la última vez que oí su voz...

[ -Te están haciendo daño?

-S...si...

-Voy a ir a por ti, bimba... Te lo juro, aunque sea lo último que haga.

-Ti voglio bene.

Idílico #2 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora