Orgullo, cerebro y corazón.

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Capítulo 12:

Jazmín.

¿Miedo? ¿Tranquilidad? ¿Paz? No se lo que sentí al volver a casa de Adriano.

Aún no habíamos entrado. Estábamos dentro del coche, en silencio. El garaje estaba en completo silencio y fue ahí cuando recordé todo.

Suspiré cuando Marco se movió y sacó algo del bolsillo trasero de su pantalón. Era el collar que me regaló en mi cumpleaños.

-Lo encontré días después debajo de uno de los coches- dijo colocándomelo -No quiero verte sin el puesto ¿Entendido?

La llama de fuego volvió a su lugar. A mi pecho. Sentí alivio al tocar y encontrarlo allí. En los días que pasé con Alejandro, cuando me acariciaba el pecho y no lo encontraba me sentía sola.

-Entendido.

Salimos del coche y me agarró de la mano al entrar en la casa por la puerta del garaje. Al entrar subimos directamente al despacho de Adriano y todos estaban allí, esperando a Marco.

La cara de sorpresa que pusieron todos al verme hizo que sonriera.

-¡Jazmín!- gritó Carla tirandose a mis brazos. Gianna le siguió y la tres nos fundimos en un abrazo.

Cuando nos separamos Giovanni vino a mi encuentro y me rodeó entre sus brazos. -Te he echado de menos- dijo.

Me sentí a gusto en los brazos de Giovanni. Era como una mezcla de hermano mayor y exrollo.

-Bienvenida de nuevo- dijo Adriano desde su silla.

-Gracias.

-Ya hacía falta un poco de mano dura.

-Ella no está dentro de esta operación. Ella se centrará en entrenar y dirigir las cosas desde aquí- intervino Marco.

-Estoy bien- afirmé.

Marco me fulminó con la mirada y me crucé de brazos. Estaba bien. Me sentía bien. La herida estaba ya casi cicatrizada por completo.

-¿Vamos a volver a tener esta conversación?- preguntó el.

-No es justo que yo me quedé fuera.

-Es a ti a quien quiere. Si te ponemos en su punto de mira no dudará en atacar.

Me senté en la mesa de Adriano en busca de su ayuda, pero esta vez parecía que estaban todos de acuerdo en que yo debería mantenerme la margen.

Giovanni me miró pidiéndome disculpas. Carla no me miró y Gianna agachó la cabeza. Todos pensaban lo mismo.

-No me quedaré aquí como una inútil- sentencié -No os dejaré meteros en la boca del lobo sin mi.

-Ni yo te dejaré a ti ponerte a tiro- Marco empezaba a cabrearse.

-No vas a hacerlo sin mi.

-Por supuesto que lo haré sin ti.

Todo esta mierda empezaba a cabrearme y a sacarme de quicio. Me bajé de la mesa y lo encaré.

-Si haces esto sin mi, tendrás que hacer toda tu vida también sin mi- lo rodeé y salí del despacho pegando un portazo.

Lo había amenazado con la única cosa que sabía que recapacitaría: conmigo.

Marco no iba a permitir perderme. Ya lo había dejado claro en varias ocasiones y esta no iba a ser la excepción. Si había algo con lo que no podía jugar, era conmigo.

Bajé las escaleras y bajé hasta el sótano. Allí me hice una cola y puse los guantes de boxeo. Empecé a pegarle al saco una y otra vez. Estaba cabreada y llega de rabia.

Idílico #2 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora