Idílico.

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Capítulo 10:

Jazmín.

Los días pasaban y Marco se iba temprano y volvía tarde. No me dejaba ir con el. Decía que era demasiado pronto como para volver al trabajo.

Mis puntos se iban cayendo poco a poco, señal de que la herida cicatrizaba.

Estaba un poco harta de estar sola en esa pedazo de casa. Se me hacía enorme y me aburría cada día mas.

Estaba en el sofá comiendo helado con una de las sudaderas de Marco y viendo una película de Netflix cuando el timbre de la puerta sonó.

Me levanté del sofá y abrí la puerta. Una rubia alta e increíblemente guapa me sonrió. ¿Quien coño es esta?

-Hola ¿Vive aquí Marco D'Angelo?- su voz era insoportable. Tenía voz de pito. Era una jodida barbie.

-Si ¿De parte de quien?

-Soy Lucy.

-¿Y se supone que debería conocerte?

La tal Lucy de piernas largas arqueó una ceja y se cambió su bolso de brazo.

-Estoy segura de que Marco te ha hablado de mi- dijo orgullosa.

-Pues no.

-¿Puedes decirle que salga?

-No está.

-Puedo esperarlo.

-Ya...- puse la mano en el marco de la puerta impidiéndole la entrada -Ahora pregúntame si quiero.

-¿Quien coño eres tú?- se molestó.

-Su novia.

Lucy empezó a reírse y a mi se me empezó a agotar la paciencia. ¿Se supone que debería conocerla? Mi intuición me decía que algo no iba bien.

-Permíteme que lo dude- dijo riéndose.

-¿Dudas que sea su novia?

-De ser así ¿Por que me había contratado a mi?- se acercó a mi -¿No eres lo suficiente buena en la cama? Puedo darte clases.

Mi cerebro hizo click.

La sangre empezó a hervirme y la rabia empezó a aparecer. De repente me dio todo mucho asco. No se como me controlé y no le pegué una paliza a Lucy en ese instante.

-¿Te ha comido la lengua el gato?- preguntó vacilando.

-Me vas a comer tú otra cosa. Vete de aquí antes de que te pegue un tiro y le de tu cuerpo a los tiburones.

Lucy se dio la vuelta sobre sus talones y comenzó a caminar con sus altos tacones hacia la salida. Cerré de un portazo y grité.

¿Había contratado a una puta? Joder, espero que tenga una buena explicación para esto.

**

Ya os podéis imaginar como pasé el resto de la tarde. Sacando teorías de toda aquella mierda. Haciéndome preguntas que no podía responder y buscando respuestas que no tenía.

Por suerte, Marco llegó antes esa tarde. Colgó su chaqueta en el perchero que teníamos junto a la puerta principal, se desabrochó los primeros botones de la camisa y se sacó su beretta de la espalda, dejándola sobre la mesa.

Como siempre, se inclinó para darme un beso, pero yo lo rechacé. Ahora mismo me daba asco pensar en todo lo que había hecho con ella. Y creerme, es peor lo que una se imagina que lo que realmente es.

Idílico #2 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora