Sacrifice.

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Capítulo 22:

Jazmín.

Cena romántica. Así podríamos llamar a lo que Marco me preparó en el balcón mientras yo me duchaba. Sinceramente, no me lo esperaba,

Salí con una de sus camisetas que usaba de costumbre para dormir. Salí a la terraza sonriendo como una tonta.

Cierto es que Marco y yo discutíamos mucho, pero creo que esa es la manera que tenemos de entendernos. Siempre acabamos juntos y espero que siempre siga así. Pero la palabra siempre es demasiado grande.

Nuestra relación es perfecta a su manera. Y si, lo admito. No somos una pareja normal, pero ¿No dicen que lo normal es aburrido? Yo no quiero algo normal, quiero lo que el y yo tenemos.

El es mi luz en la oscuridad. Es mi calma en medio de la tormenta. Es mi escudo frente a lo que venga. Es mis salvavidas cuando me hundo. Es mis ganas de vivir cuando no puedo más. Es mi vida, y ahora se que él es la razón por la cual me levanto cada día.

-¿A que viene esto?- pregunto sonriendo.

-Creo que nos merecemos una noche tranquila. Sin pensar en nada más que no seamos nosotros mismos.

Tiene razón. Llevamos una buena y larga temporada pensando en todos menos en nosotros mismos. Cuando no es una cosa es otra y cuando no nos persigue uno nos persigue el otro. Siempre hay algo.

Me siento en la silla que el me ofrece y sonriendo se sienta en la que está frente a mi. Destapa los platos y el olor hace que mi barriga ruja.

Me sirve vino y luego se sirve a él. No se exactamente que es la comida, pero sabe igual que huele. De maravilla.

-Está buenísimo.

-Tu si que estás buena.

-Tu tampoco estás mal- le guiñó un ojo.

-¿Crees que no estoy mal?- rie.

-Creo que estas bien.

-¿Y ya está?

-¿Que más quieres?

-Soy un jodido dios. No estoy bien, estoy increíble.

-No alimentaré a tu ego, Hércules.

Marco soltó una gran carcajada que me llenó el corazón de felicidad. Cogí un trozo de pan y se lo tiré.

-¡Eh!- se quejó riéndose - si yo soy Hércules tú eres Megara.

Hago como la que pienso y luego empiezo a reírme. 

Terminamos de comer entre bromas, risas y trozos de pan volando. Marco vuelve a rellenarme la copa de vino y luego la suya.

-Empiezo a pensar que quieres emborracharme- digo dando un trago a la copa.

-¿De que me vale eso a mi?

-Para llevarme a la cama.

-Bimba... no me hace falta emborracharte para llevarte a la cama.

Me inclino en la mesa y poso mis codos en ella. Lo miro a los ojos y sonrio.

-¿Quieres averiguar quien se lleva a la cama a quien?

-Siempre acabas tu en la mía.

-A decir verdad... casi nunca follamos en una cama.

-En eso no te llevaré la contraria.

El pie de Marco acarició mi parte sensible del cuerpo y no puedo evitar soltar un suspiro cuando aparta mi ropa interior.

Idílico #2 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora