Idílico #2 |+18|

Tensando la cuerda.

Capítulo 20:

Marco.

No voy a mentir, claro que me dolió la muerte de Gianna. Nos conocíamos prácticamente de toda la vida. Su padre y el mío eran amigos, pero no podía volver y poner a Jazmín en peligro. No cuando alguien nos perseguía de cerca.

Después de la muerte de Alejandro pensábamos que todo se había terminado, per no. Al parecer alguien nos pisa los talones.

Me llevé a Jazmin de viaje por que sabía que uno de sus sueños era visitar Italia entera y por qué lejos de todos estaría más a salvo.

No le echaré las culpas a Giovanni por el mensaje que me mandó. No era justo, el no sabía que Jazmín iba a coger mi móvil.

Se lo oculté, sí. Sabía que estaba mal y que me odiaría cuando se enterara, pero prefiero que me odie a verla bajo tierra y si para eso tengo que ser el malo, lo seré.

Gianna había muerto a manos de su padre. Todos sabíamos que la maltrataba, pero ella no quería que ninguno de nosotros se metiera. Al parecer su padre estaba con Alejandro y cuando se enteró de su muerte se vengó con su propia hija.

La sangre me hervía sólo de pensar en todo lo que ella sufrió mientras el la mataba. Pero ¿Que podía hacer? ¿Ir y matarlo? ¿Ponernos a todos en peligro? No, claro que no. Solo nos quedaba esperar y ver el siguiente paso que daba la persona que nos seguía.

Giovanni había hecho bien en quitar a Carla de en medio y no dejar que se metiera en esto. Ya habíamos perdido a Gianna y no estamos dispuestos a perder a nadie más.

Ahora se encargaban Giovanni y mi padre, mientras que Carla controlaba todo desde casa. Estaba embarazada y eso era un punto más a favor de Giovanni para no dejarla salir.

Cuando aterrizamos en Milán me acerqué a la puerta de la habitación del avión y pegué antes de entrar.

Cuando la encerré se escuchaban los gritos por todo el avión. Luego pasó al llanto y eso me mataba poco a poco, pero sabía que si entraba, acabaría ablandándome y cediendo a su petición de volver.

-No me toques- dijo cuando me acerqué.

-Pues camina, hemos llegado.

Jazmín iba solo con una de mis camisetas que le llegaban por la mitad de los muslos. No me hacía mucha gracia que fuese así, pero tampoco iba a pedirle que se vistiera en condiciones y volver a discutir.

Al bajar del avión se abrazó a ella misma, tenía frío, normal, estábamos en noviembre. Me quité la chaqueta y se la puse sobre sus hombros. Ella no protestó.

Subió al coche en silencio y nos llevaron hasta el hotel. En recepción ella permaneció a mi lado mientras yo pedía la llave de la habitación.
Como siempre, una suite.

-Dos, dos habitaciones- dijo Jazmín.

-Solo tengo una reservada- le contestó el recepcionista.

-Pues ponga dos.

-Una- le lleve la contraria -solo necesitamos una.

-No voy a dormir contigo.

-No tienes otra opción.

Jazmín me fulminó con la mirada y yo cogí la llave de la habitación. Una vez arriba, ella se metió en el baño y yo esperé a que nos subieran las maletas.

Después de un rato esperándola, llame a la puerta. -Abre.

No contestó.

-Jazmín, ábreme.