Solo mía.

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Capítulo 16:

(Maratón 2)

Jazmín.

Marco vino a por mi por la tarde. Nos fuimos a nuestra casa y allí el se metió en la ducha sin decirme nada. No me había hablado desde esta mañana y la verdad que me empezaba a cabrear.

Decidí pasar de el y meterme en otro de los baños de la casa. Cuando terminé salí del baño desnuda y fui a nuestra habitación. El ya estaba tumbado en la cama viendo la tele solo con los calzoncillos.

Pasé por delante de él y cogí de su cajón una camiseta y de mi cajón de la ropa interior unas braguitas negras de encaje.

Sentía sus ojos clavados en mi espalda mientras me ponía su camiseta y sin decir nada me dirigí hasta la puerta para bajar al salón.

-¿A donde vas?- preguntó.

-Vaya ¿Ahora si me hablas?

-Responde a mi pregunta.

-Vete a la mierda ¿Te vale esa respuesta?

Salí del cuarto sin escuchar su respuesta y bajé al salón. Los brazos de Marco me elevaron del suelo y empecé a patalear.

Salió al jardín conmigo cargada en su espalda pataleando y pegándole, pero le daba igual. El seguía su camino hasta... ¡LA PISCINA!

-¡Eh! ¡Ni se te ocurra!- intente zafarme de su agarre -¡Imbécil! ¡Suéltame!

El seguía ignorando mis quejas y mis golpes. Se paró en el borde de la piscina y me dio un guantazo en el culo.

-Tápate la nariz, bimba.

-¡Marco! ¡Ni te...!- tarde. El agua me interrumpió. Marco se había tirado a la piscina conmigo encima.

Nadé hasta la superficie y tosí. Había tragado agua y el muy capullo no paraba de reírse. El agua estaba helada y hacía frío, joder estábamos a principios de noviembre.

Fulmine a Marco con la mirada y se acercó a mi. Retrocedí hasta que mi espalda pegó con el bordillo de la piscina y no tuve más remedio que dejar que se acercara.

-Dime... ¿A donde has estado esta mañana?- su mano acarició mi muslo desnudo. La camiseta que llevaba de el, ahora flotaba a nuestro al rededor.

No respondí.

-¿No respondes?- sonrió con maldad -Como quieras... -su mano empezó a acariciar mi sexo por encima de la fina tela de mi braguita.

Sabía que tenía este juego perdido, pero no iba a darle lo que él quería. No se lo diría para escuchar como me regañaba por haber ido sola.

Sin avisar sus dedos se colaron en mi interior tan rápido como brusco. Solté un gemido y maldecí.

-Vas a decirme a donde has estado- está vez su voz sonó fría y no era una pregunta. Era una afirmación. Una orden. Sus dedos se movían en mi interior a gran velocidad, si seguía así me correría en poco tiempo- o te juro, Jazmín. Que no dejaré que te corras...

Idílico #2 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora