Capítulo 4:
Jazmín.
Amando me estaba poniendo de los nervios. No para de dar órdenes todo el tiempo. Órdenes que se suponía que las tenía que dar yo, pero a él solo le importaba una cosa; coger a los D'Angelo.
No se cuando mi mente empezó a pensar por mi, pero llegué a la conclusión de que no podía dejar que los cogieran. Tenía que hacer algo para evitarlo o acabarían todos muertos delante de mis ojos y ahí no podría hacer nada por salvarlos.
Escuché como Amando le decía a todos los hombres las coordenadas exactas donde se escondían. ¿Que podría hacer? ¿Llamarlo? Demasiado arriesgado. Seguiría el plan: fingir.
-¡Os quiero a todos listos y armados!- gritó.
Todos empezaros a coger sus armas de la sala de arma, incluido Amando.
Yo entré al despacho y cogí mi pístala de urgencia. Me puse un cinturón en uno de mis muslos y allí metí una navaja, un cuchillo y varios cartuchos de balas.
Cuando salí, Amando ya me estaba esperando con los hombres en varios coches ya listos. Coches enteros de negro.
-¡En marcha!- grité.
Mientras nos acercábamos a las coordenadas no podía parar de pensar en cómo lo haría para avisarlos antes de que los demás se liaran a tiros.
Nosotros íbamos en el primer coche. Amando a mi lado sentado repasaba el plan mentalmente mientras que yo repasaba el mío propio.
El coche se detuvo frente a una casa marrón a las afueras. Salí tras Amando y cogí mi pistola preparándome.
-Cada uno sabe lo que debe hacer- recordó Amando- todos dentro.
Mientras todo se dirigían a la entrada principal yo esperaba. Tenía que pensar, joder. Me estaba empezando a agobiar. Mi corazón latía tan rápido que tuve miedo de que saliera de mi pecho. ¿Latía por miedo? No ¿Latía por que estaba apunto de verlo después de cuatro meses? Probablemente.
Mis hombres tiraron la puerta abajo y echaron varias granadas de humo. Entraron sin mirar y escuché como empezaban los tiros.
-Ponte el jodido chaleco, Jazmín- me regañó Amando.
-No.
-No puedo dejar que algo te pase.
-Mi seguridad es mi problema.
Todos iban con chaleco, menos yo. Ir con chaleco a una emboscada era como subir al rin con los guantes trucados. Trampa.
Amando después de insistir entró en la casa y yo fui la última en entrar. Mis ojos vieron a varios hombres de Marco en el suelo, muertos. A muchos los conocía, a otros no.
También había algunos cuerpos de mis hombres, pero no sentí nada.
Empezaron a registrar la casa y yo entré dentro con varios siguiéndome. Balas empezaron a caernos de varios ángulos distintos. Me cubrí tras una columna y esperé a que se quedaran sin balas.
Cuando noté que empezaban a recargar salí y disparé, pero no a ellos, si no a mis hombres. Los cinco que me habían acompañado ahora estaban muertos en el suelo.
Entonces las balas no tardaron en volver y fue ahí cuando decidí dar la cara. Era ahora o nunca. Estaba sola con ellos y si no los avisaba ahora no podría hacerlo en otro momento.
-¡Dejad de disparar!- grité, pero no me escucharon.
Iba a salir cuando Amando entró a la parte de la casa donde yo estaba y varios hombres lo seguían.
ESTÁS LEYENDO
Idílico #2 |+18|
Teen FictionDespués de la supuesta muerte de Jazmín, la casa D'Angelo echa chispas. Carla decide quedarse en Italia con Giovanni tras la muerte de su mejor amiga. Ella fue la que peor lo pasó junto a Tatiana tras enterarse de que no solo había perdido a su amig...