Masoquistas

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(Maratón 1)

Capítulo 15:

Jazmín.

Al día siguiente en el desayuno todos estaban como si nada hubiese pasado. Mientras jugaba con los cereales de mi cuenco observaba a Carla de reojo. No parecía enfadada, pero si triste y podía entenderla.

Todos desayunaban en silencio, hasta Lia hacia su tarea en silencio. La tensión se podía cortar con un cuchillo y aquella situación me estaba poniendo nerviosa.

Dejé la cuchara en el cuenco y miré directamente a Carla. Ella me miró rogándome que no sacara el tema en aquel momento, pero necesitaba oír de su boca que estaba bien.

-No es el momento- dijo.

-Necesito saber que estas bien.

-Lo estoy. Anoche lo solucionamos todo.

No me convencía, pero preferí dejar el tema. Marco extendió su pierna hasta tocar mi muslo con su pie. Lo miré y sonrió.

Me levanté de la mesa haciendo ruido con la silla y me hice una cola mientras me dirigía a la puerta principal.

Como esperaba, Marco vino detrás de mi y se interpuso en mi camino.

-¿Que te pasa?

-Déjame pasar - dije sin mirarlo.

-No me jodas, Jazmín.

Suspiré. No me iba a dejar marchar así por que si sin ninguna explicación. Me pellizque el puente de la nariz y lo miré.

-Te lo cuento cuando vuelva- dije apartándolo y saliendo de la casa.

Si le decía a donde iba, probablemente no me dejaría ir y yo necesitaba ir. Caminé hasta la dirección que me habían mandado por mensaje y cuando me fui acercando saqué mi pistola. No podia fiarme.

Era un local abandonado y oscuro. Cuando me mandó el mensaje no estaba segura de si iría o no, pero allí estaba.

Me di la vuelta en cuanto escuché unos pasos y la figura de Amando apareció frente a mi.

-Pensé que no vendrías- dijo acercándose.

-Ya... hasta hace un momento no sabía si vendría- me guardé la pistola en cuanto vi que el iba sin la suya.

Aún no estaba segura de por que Amando me había dicho de vernos a solas. Al principio dudé si podía ser una trampa de mi padre o incluso de él mismo para matarme, pero luego pensé en que si el quisiera matarme lo podría haber hecho cuando estaba secuestrada o sola cuando Alejandro se fue.

-¿Para que querías verme?

-Alejandro va a por ti.

-Menuda novedad- me crucé de brazos riéndome.

-Jazmín, intente hacerle entrar en razón, pero no parará hasta verte muerta.

-¿Porque debería confiar en ti?

La verdad era que no lo hacía, no por ahora. Amando era la mano derecha de Alejandro ¿ Y de repente se volvía de mi lado? Algo no encajaba.

-No confíes si no quieres, pero al menos escúchame. ¿No te has preguntado nunca por qué tu padre te odia tanto?

Aquella pregunta me pilló por sorpresa. Me daba miedo seguir escuchándolo, ¿Pero que mas podía hacer? ¿Irme? No, claro que no. Tenía que acabar con todo esto.

Idílico #2 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora