Imprudentes.

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Capítulo 8:

Jazmín.

¿Imagináis la que tuvieron que liar para preparar la habitación que Marco quería? Bueno, os lo explico:

Desalojaron una habitación en otra planta totalmente distinta a la nuestra. Pusieron dos camas juntas y los prepararon todo para nosotros. Yo me moría de la vergüenza, pero a él le daba igual.

Nos iríamos en un par de días ¿Que más daba tener dos habitaciones? Si total, ya pasaba la mayor parte del tiempo con el.

En fin... Marco consiguió lo que quería. Una habitación para los dos. ¿Habéis oído la típica frase de que el dinero todo lo puede? Pues yo creía que era mentira hasta que conocí a los D'Angelo. Con ellos, todo es posible.

Adriano vino anoche a visitarnos y a hablar conmigo para disculparse. Yo sabía que el no tenía la culpa y le dije que no tenía porque disculparse, pero el insistió.

Giovanni, Carla y Gianna venían poco ya que seguían tras Alejandro. Lo último que sabíamos de él era que me había disparado y había salido huyendo en medio del tiroteo. Que buen padre ¿verdad?

Giovanni pensaba que había regresado a España, pero que no nos dejaría en paz. Marco estaba de los nervios solo por pensar que no podía hacer nada. Aún estaba débil y solo había que verle la cara para notarselo.

Después de nuestro... ¿Como llamarlo? ¿Reencuentro sexual? Bueno, lo que sea. No nos habíamos vuelto a tocar y no por falta de ganas, pero tras ese reencuentro sexual Marco estuvo agotado durante todo el día y me preocupó.

Tenía que estar quitándome sus manos de encima a cada rato y no era tarea fácil. No se quien de los dos tenía más ganas, pero teníamos que esperar.

-¿Puedes dejar de moverte?

-Si tanto te molesta vete a tu cama. Eres tú el que se ha metido en la mía- nuestras camas, como ya he dicho, estaban pegadas, pero a Marco eso no le valía. Quería estar en la misma que yo. Así pues, se había metido en mi cama.

-¿Me estás echando?- me miró arqueando una ceja.

-No. Solo te digo que si te molesta que me mueva en mi cama, te vayas a la tuya.

-Que te den, Expósito- dijo volviendo a su cama.

-Que te den a ti, D'Angelo.

-Dios te oiga para que así te dejes tocar.

-Pues sigue rezando, al parecer no te oye.

Una almohada impactó en mi cara y me empecé a reírme. En menos de dos segundos ya estaba encima mía y empezó a hacerme cosquillas.

Mis carcajadas retumbaban por toda la habitación mientras luchaba por escapar de aquel cuerpo tonificado que tenía encima mía.

-¡Para, para!- grité entre carcajadas.

-Pues ahora te toca rezarme tú a mi.

Marco no me daba tregua.

-¡Creo que ya te recé ayer suficiente¡ ¡¿No crees?!

-Desde luego que... déjame que lo piense- se hizo el interesante- ¡No!

Sus dedos tocándome por todos lados causándonos carcajadas sin parar, eran la combinación perfecta.

Jamás había escuchado a Marco reírse como lo estaba haciendo ahora mismo y aquello me dio vida.

Pero un pequeño descuido hizo que su gran sonrisa desapareciera. Se puso serio en el mismo momento en el que sus manos se quedaron quietas en mi estomago.

Idílico #2 |+18| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora