Cuarenta y Tres

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Haber escuchado la conversación que tuvieron Gerard y Linda lo había puesto en un estado muy irritable, y no le importaba lo mucho que se notaba cómo pasó de estar de buen humor a querer tomar un vuelo de vuelta a Nueva York, pues a fin de cuentas, durante la cena y posterior a ella, toda la atención de su familia estaba centrada en el pelirrojo.

Era curioso cómo el escuchar todas las cosas que Gerard esperaba de él cambió por completo su perspectiva de la relación que éste comenzaba a desarrollar con su familia.

Desde un principio, aunque el que su sumiso llegase a conocer a sus parientes le parecía imposible, siempre tuvo la hipótesis de que, si se diera el caso, se llevarían bien, y el menor encajaría con ellos perfectamente, pues sabía que para personas como lo son sus padres, sus hermanas y cuñados, es inevitable enamorarse de un chico tan tierno como Gerard; es como tener un cachorrito tamaño tacita de té, donde lo lleves, todo el mundo querrá tenerlo en brazos y darle mimos. Cuando dicha teoría se hizo realidad, no le parecía molesto, pero ahora, debido a lo que escuchó, empieza a odiar que sea así.

Al terminar la cena, mientras los niños jugaban al escondite y correteaban por la casa, los adultos estaban en la sala conversando. El ambiente era cálido, lleno de risas y diversión excepto por él; una mancha gris en la esquina del sofá.

No tenía idea de qué diablos estaban diciendo los demás porque estaba encerrado en su cabeza, lidiando con los huracanes de malos pensamientos provocados por su decepción. Sentía un nudo en el pecho, también se sentía traicionado por Gerard, y ciertamente, si las cosas seguían así, con él haciendo planes desagradables junto a su madre, no le sorprendería si un día se despierta con un traje elegante puesto, y que afuera de la habitación esté preparada una boda que él nunca quiso ni esperó.

Mientras se ahogaba en su molestia, veía el gran contraste entre su mundo interior e individualista, y el mundo real, donde todos hablaban y reían. Gerard parecía muy inspirado hablando sin parar, Frank quería decirle cómo se sentía, pero era por esto que no se atrevía a llevárselo a un lugar donde tuvieran privacidad; llamarían la atención, y conociendo al pelirrojo, lo más probable es que se pusiera a llorar o algo así, y su chismosa familia les haría un largo interrogatorio.

Cuando la reunión le pareció insoportable, se levantó alegando estar cansado, fue a la cocina por una botella de agua por si le daba sed más tarde y se dirigió a su habitación, allí esperaría por Gee para hablar con él.

Se le fue el tiempo esperando, lo cual perpetuó que siguiera pensando y sobre-pensando su situación. Mientras más le daba vueltas al asunto, más dejaba de sentirse traicionado por el pelirrojo y, en su lugar, empezaba a sentirse estúpido por haber creído que esto podría funcionar.

« ¡Qué idiota!». Se decía a sí mismo, debió haber visto venir todo esto, debió saber que por más que Gerard era quien decía que era posible llegar a un "punto medio", seguía siendo un chico inmaduro que, consciente, o inconscientemente, siempre iba a querer tener lo que quisiera de Frank, incluso si eso implicaba forzarlo a cambiar una personalidad que está más que forjada. «No debí permitir que las cosas llegaran tan lejos».

Él y Gerard, a fin de cuentas, se conocieron porque él estaba contratando un servicio, así que no tenía por qué soportar sus niñerías, ni pasar tiempo con él fuera del trabajo, no tenía que haber sido tan condescendiente, no tenía que haberse... Enamorado. Por eso se sentía tan estúpido, por permitirse sentir amor por alguien con quien era incompatible. Por más que estableciera sus límites, Gerard siempre iría más allá porque, al igual que todas las personas con quienes el tatuado se involucró románticamente en el pasado, quería algo que él nunca podría darle: Un amor convencional.

El pelirrojo regresó a la habitación cuando todo el mundo se fue a dormir, encontró a Frank sentado junto a la ventana con la vista perdida; podía notar que él no estaba bien, ya temprano le parecía raro que, después de haber estado tan feliz durante la tarde, ahora estuviese tan serio, hermético e incómodo.

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora