Treinta

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— Oh ¡Amo! — Gimió en voz alta, sintiendo cómo el mayor golpeaba su próstata con cada embestida.

Estaba de manos y rodillas en el sofá de la oficina de Frank en casa. Se encontraba completamente desnudo para deleite de su amo, mientras que éste aún tenía la ropa puesta. Su cabeza estaba hacia atrás, ya que tenía su correa atada al collar y su amo estaba jalando de ésta, ahorcándolo mientras lo follaba.

— Ya te lo dije, pequeña perra... No puedes correrte hasta que yo lo haga. — Le habló sucio antes de soltarle una nalgada, logrando calentar todavía más al pelirrojo.

— Ah-Ah... Amo... Por favor. — Suplicó una vez más.

Se sentía muy cerca del orgasmo; entendía las advertencias de su amo, pero valía la pena seguir suplicando, pues sabía lo mucho que esto excitaba al mayor.

Frank, por su parte, seguía dejándose llevar por las oleadas de placer que recorrían su cuerpo, hasta que, finalmente, se corrió dentro del preservativo, dándole permiso al menor de poder llegar al clímax también.

Gerard soltó un largo suspiro de éxtasis al poder correrse también dentro de su propio condón. No siempre era una obligación usarlo, para ello se habían hecho pruebas de ETS, pero a veces sí era necesario; lo era cuando ninguno de los dos quería limpiar un desastre o cuando se trataba de una sesión de sexo rápido después del cual tendrían cosas que hacer. Como ahora, que Frank debía seguir trabajando en los arreglos del próximo sencillo promocional de Fall Out Boy y Gerard esperaba que Lindsey llegara a la casa en cualquier momento con su vestido de novia.

— G-Gracias, amo... — Musitó jadeante.

— Gracias a ti. — Respondió dándole otra nalgada antes de salir de él, quitarse el condón y tirarlo al cesto de basura. — Por ayudarme a quitarme el estrés.

— Fue un placer. — El menor sonrió, imitando su acción de tirar el condón para luego levantarse y proceder a ponerse la ropa, mientras que el mayor ya estaba listo sólo con subirse el bóxer y el pantalón.

Las cosas volvieron a la normalidad entre ellos; no son muy diferentes a cómo eran cuando, días antes, tuvieron una charla sincera mientras cocinaban juntos. La única diferencia, era que el pelirrojo ya no se sentía mal con respecto a ser usado de esta manera, pues ahora sabía establecer una brecha entre estar dentro del roleplay y estar fuera de éste.

Sabía que la mayor parte del tiempo Frank estaba en su rol como amo, por lo que era normal su trato autoritario, y que siempre lo buscara cuando necesitaba sexo, pero luego estaban esos momentos espontáneos en los que podían ser ellos mismos sin nada de por medio, en los que lo trataba con respeto, y con algo de cariño, aunque fuese a su forma extraña de querer.

Existiendo esa separación, Gerard podía estar bien y estable emocionalmente; por un lado podía disfrutar del buen sexo con su amo, y por el otro podía disfrutar de la compañía de Frank; su... ¿Qué podía ser exactamente fuera del roleplay? ¿Su amigo? ¿Su compañero? Aún no lo tenía muy claro pero, por ahora, eso era lo de menos.

— Lindsey acaba de llegar; está en la puerta. — Anunció checando su celular después de ponerse su ropa y sus cómodas pantuflas. — Dejaré esto aquí. — Se quitó sus orejas y su collar con la correa para lanzarlos al sofá.

— Aw, ¿Por qué? ¿No quieres que te vea siendo el lindo perrito que eres?

— Oh claro, ¡Me encantaría! Porque adoro cómo Lindsey tiene todo un arsenal infinito de chistes de perros. — Dijo con exagerado sarcasmo.

El mayor rió y sólo se puso los audífonos para concentrarse en su trabajo con las canciones. Gerard sonrió también; últimamente se le estaba contagiando la actitud sarcástica de Frank.

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora