Doce

2.9K 246 625
                                    

— Esa tela es preciosa. — Comentó Patrick. Ambos trabajaban juntos en el taller.

— Gracias. — Respondió el pelirrojo sin apartar la vista de la seda de estampado floral, pues estaba cortando los patrones para un vestido y necesitaba la mayor concentración debido a lo delicado de la tela. — La amé en cuanto la vi.

— Oye... — Patrick comenzó a hacer los ajustes de sus propios patrones en maniquí. — ¿Sí irás mañana?

— Por supuesto, aún me siento mal por no haber ido el sábado pasado.

— Oh, descuida... Entiendo que hayas tenido que cuidar a Lindsey porque estaba resfriada. Eres un buen amigo.

— Sí... — Suspiró, sintiendo el remorder de su conciencia. — Ella me necesitaba.

A Gerard no le gustaba la idea de fallarles a sus amigos, por eso, cuando tenía excusas, éstas eran de lo más justificables; su ausencia debía responder a emergencias. Ya que no podía decirle a Patrick: "Oh, sí. No fui a ver a tu banda porque mi amo me castigó", prefirió inventar que Lindsey estuvo resfriada y él se quedó a cuidarla; es algo más comprensible que incluso inventar que salió con ella la noche del recital.

El lado bueno, era que esta vez sí podría ir a ver a la banda de Patrick, y Frank le dijo que sí iría con él.

— Tengo una sorpresa para ti. — Mencionó Gerard sin poder ocultar su sonrisa.

— ¿Para mí? — Patrick pregunta algo extrañado, pero sonriendo también.

— Sip. — Soltó la tela y las tijeras. — Voy a llevar a alguien conmigo al recital.

— ¿A... Quién? — Inquiere con curiosidad. 

— Bueno... Resulta que conocí a un productor musical importante. — Mordió su labio inferior; había ensayado lo que les diría a Patrick y a los demás para ahorrarse un bochorno como el de la semana anterior, donde tuvo que inventar que era la pareja de Frank. — Te preguntarás cómo.

— Así es.

— ¿Recuerdas que les dije a ti y a los muchachos que trabajaba confeccionando ropa por encargo? — El rubio afirmó silenciosamente.

— Bueno, me contactó un tal Frank Iero.

Ante la impresión, Patrick se pinchó el dedo con uno de los alfileres con los que ajustaba la tela.

— ¡No es cierto! — Exclamó en susurros, para no llamar la atención del resto de personas en el taller, incluido el profesor.

— ¿Sabes quién es?

— Claro; ese tipo es de los mejores en la industria. Tú... ¿C-Cómo fue que de repente te contactó?

— Azares del destino. — Rió para sí. — En realidad confeccioné un traje para un hombre de negocios que quedó tan satisfecho, que dijo que me recomendaría a sus amigos... Frank Iero es uno de sus amigos.

— Dios... Qué suerte tienes.

— No, no. Qué suerte tienes tú, Patito. Porque, resulta que Frank también quedó muy complacido con el traje que confeccioné para él, y me dijo que, si algún día necesitaba algo, podía contactarlo. — Patrick estaba boquiabierto.

Gerard se sentía listo para ganar un Oscar como mejor actor, y mejor guionista también, pues él mismo escribió y memorizó el parlamento que ahora estaba dictándole a su amigo.

— Y ya sabes... Lo invité a venir mañana a ver a tu banda. Y dijo que tiene el día libre y que con gusto irá, ¿Puedes creerlo?

Patrick cubrió su boca efusivamente con ambas manos para no gritar. Pero de nada sirvió, pues le fue inevitable a abrazar a Gerard con mucha fuerza y exclamar:

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora