Prólogo

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Aquel día y de por milagro, ambos estaban en el departamento de Lindsey. Pues ella pasaba demasiado tiempo afuera con "aquella persona" y nunca podían compartir muchos momentos del día.

"Aquella persona" le pagaba todo; el departamento, la universidad, el auto que tenía. Le compraba ropa y todo lo que pudiese desear.

Lindsey era la consentida de su daddy.

De su sugar daddy.

A ella no le avergonzaba decirlo, llevaba algún tiempo en aquel mundo; el mundo del daddy kink y distintos fetiches que se le unían al primero.

Gerard llegó al departamento después de salir de la universidad; Lindsey estaba recostada en el sofá hablando por teléfono con su daddy, pero a pesar de estar tan ocupada, pudo notar la cara de extrema preocupación que tenía su amigo. Así que, después de finalizar la llamada, se dirigió hasta la cocina, donde estaba él tomando un vaso de jugo, y se decidió a preguntarle por qué se veía tan decaído.

— ¿Tuviste un mal día en la universidad? — Inquirió.

El pelirrojo suspiró con pesadez.

— Algo así... Me preocupa que mis padres no puedan pagar el próximo semestre... ¡Es demasiado dinero!

Lindsey no pudo evitar mirar a su mejor amigo con una mueca triste. Ella sabía que los padres de Gerard no eran ricos y sacrificaban mucho para pagar su universidad.

Es más, por poco Gerard se hubiese privado de irse a vivir a Nueva York a estudiar su soñada carrera de Diseño de Modas, porque sus padres no tendrían el dinero suficiente para cubrir todos sus gastos en La Gran Manzana, fue por ello que Lindsey se ofreció a ayudar, brindándole la habitación extra de su departamento y cubriendo sus gastos básicos. Por lo tanto, los señores Way, apreciando el apoyo de la mejor amiga de su hijo mayor, decidieron hacer el gran esfuerzo de poder pagar sus estudios.

Pero Gerard estaba haciendo todo lo posible para vivir su sueño, tratando de ganar dinero para pagar sus estudios y agradeciéndole constantemente a su amiga. Realmente no quería endeudarse con respecto a la universidad y tener que pagarla el resto de sus días por el resto de la eternidad.

— Tengo que conseguir un empleo o algo, y mejor que sea pronto. Algo que dure más de un mes, claro. — Alegó el pelirrojo. — Es decir... Desde un principio sabía que tendría que trabajar, así que decidí adelantarme en eso ¡Pero no me contratan en nada! Ya han pasado meses y todos me rechazan por no tener experiencia. A este punto, acepto cualquier cosa ¿Sabes?

Al escuchar "cualquier cosa", a Lindsey se le ocurrió una brillante idea, y miró a su amigo con una sonrisa un tanto maliciosa que Gerard pudo reconocer e interpretar de muchas maneras.

— Creo que sé lo que vas a insinuar, Lindsey. — Suspiró con desidia.

— No pienso "insinuar" nada, sino más bien, hacerte una recomendación.— Dice entrelazando las palabras.

Gerard, no era nada tonto, así que rápidamente comprendió que Lindsey se refería a su propio "trabajo".

— ¿Te refieres a que haga lo mismo que tú? — Preguntó escandalizado, pero la pelinegra sólo se encogió de hombros y asintió. — No quiero... — Hace una mueca — ¡Prostituirme!

— Gerard, tener un sugar daddy no tiene nada de malo; tú tienes un techo sobre ti y comida en la mesa gracias al mío.

— Lo sé, pero yo no creo que pueda... — Rascó su nuca. — Hacer eso... Ya sabes...

— No es tan "malo". — Hace comillas exageradas. —  Es decir... Tienes un contrato, puedes llegar a arreglos convenientes para ambos, el contrato incluso podría tener una fecha de caducidad para que puedas dejarlo, ¿Qué más quieres? Nadie te va a obligar a hacer algo que no quieras, trabajarás bajo tus límites y podrías tener lo que quisieras gracias a ello... ¿Viste? No es prostitución. Si consigues sugar daddy, no significa que te está pagando para tener sexo, te paga por tu compañía. Ahora, si quieres tener sexo, ¡Hazlo! Pero no es pagado, es extra y se disfruta mejor.

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora