Treinta y Nueve

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Linda había dicho que en el aeropuerto los estarían esperando Nicoletta con su esposo (que no había captado su nombre en realidad, pero fingió que sí), y Elliot estaba muy emocionado de mostrarle sus padres a Gerard.

— De casualidad, Elliot... ¿Cómo se llama tu papá?

— Se llama papá. — Dice asintiendo con una sonrisa inocente.

«Claro, debí suponer que esto iba a suceder». Piensa mientras le da unas palmaditas en la cabeza cuando pasan sus maletas para que las revisen en el aeropuerto de California, y Frank le explica que tuvieron suerte de que no hayan decidido abrir su maleta para revisar, simplemente la pasaron por el detector de metales. A pesar de que después agregó que hubiese sido una buena excusa para perder el tiempo y que lo hubiese preferido.

— ¿Cómo se llama el esposo de tu hermana?

— El de Beatrice es Daniel, el de Nicoletta es Zhang.

Intentó memorizar los nombres de todos... Tenía mucha información en menos de veinticuatro horas.

Cuando pasaron por las puertas de salida al aeropuerto, Gerard vio a mucha gente esperando a sus familiares, algo extraño para su vista. Había personas ofreciendo servicios, como Taxi o transporte para extranjeros, y había otras que tenían nombres escritos en papel.

A pesar de que había poca gente, temió no poder saber dónde estaban los padres de Elliot, pero antes de que pudiera descubrirlo, Elliot ya estaba corriendo a los brazos de sus progenitores con mucha alegría, arrastrando su mochila, que saltaba a medida que corría. Era obvio, la mujer que se arrodilló para recibirlo con una sonrisa era totalmente como Frank, quizás más feliz, pero su cabello claro la hacía distinguirse un poco. De lo que podía ver en la distancia, tenía la nariz distinta, mucho más parecida a la de Linda y más respingada.

— Van a creer que secuestramos al niño y que ahora lo dejamos reencontrarse con sus padres porque nos pagaron. — Comenta sarcástico Frank mientras se acercan.

— Frank, silencio. — Lo regaña su madre al ver su mala gana habitual.

Gerard estaba nervioso, Linda fue muy amable con él, y también lo fue Elliot, ¿Por qué Nicoletta debería ser diferente? Porque era una de las hermanas de Frank. Y Frank no hablaba bonito de ellas.

— ¡Pero miren nada más! ¡Volviste a casa, Quejicus! — Dice ella extendiendo sus brazos hacia él. Frank aceptó el abrazo dándole unas palmaditas en la espalda.

— Nicoletta, tanto tiempo, ¿Ya te salieron canas?

— Por favor, yo sigo joven y más hermosa que nunca. Te veo casi una vez al año, esta vez tienes más edad... Y pareciese que bajaste de altura, ¿Ahora mides 1,50?

Gerard trató de suprimir su risa, escondiéndose detrás de Linda. Era cierto, el mayor se veía más bajo al lado de su hermana, ella medía incluso un poco más que él, podía deducir que medía 1,75. Tal vez se debía a que ella poseía piernas largas, como si su hermano mayor le hubiese dado la mitad de sus piernas a ella.

— Siempre tan simpática, ¿Son síntomas de la menopausia?

— Es suficiente. — Detiene Linda abriéndose paso para abrazar a su hija. Frank saluda a su cuñado, quien le da un apretón de manos respetuoso, junto con una leve inclinación.

— No puede ser. — Comenta Nicoletta, sorprendida de ver a su acompañante. Gerard se congela en su lugar. — ¿Trajiste a tu asistente otra vez? Es una reunión familiar, todos sabemos que eres el dueño de tu mini imperio, no debes traer un asistente a todo. Sin ofender, pero, ¿Qué va a hacer? ¿Tomar notas de cómo Beatrice se atraganta con el pollo?

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora