Dieciocho

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Al volver a su rutina de universidad y soledad, ya que él y su amo no han tenido algo sexual definido desde lo del "Señor Iero", decidió pasar mucho más tiempo con sus amigos. Estaba casi en el final del semestre, por lo que se sentía con muchísimo más tiempo del normal y más alegre también. Ya no estaba tan concentrado por aprobar; sólo le faltaban algunas pruebas finales, que estaba seguro que podría aprobar, debido a su historial en aquellas clases. Aun así, repasa un poco para estar fresco con los contenidos, aunque uno muy importante fuese práctico. Pero estaba relajado y confiado de sí mismo, por lo que invitó a su mejor amiga a pasar la tarde juntos en la casa de Frank. Le pidió permiso respectivamente y después de algunas súplicas, el mayor aceptó.

Frank sabía que Gerard, más allá de ser su mascota, era un buen chico; era responsable con su universidad y tenía buenos valores, era educado dentro de todo y muy amable en general. Podía confiar en él, de modo que sabía que no haría desastres en su casa.

Lindsey llegó cuando Frank había salido a hacer las compras; fue al supermercado ya que faltaban algunas cosas, por lo que dejó al menor a cargo de su casa.

— ¡Adiós! — Se despidió Lindsey de Richard, su propio Sugar Daddy. Ambos se despedían con la mano y una sonrisa.

— Prométeme que vas a estar atenta a tu celular. — Dice desde el asiento del piloto, acercando su cara para ver a ambos jóvenes sin bajarse del auto, mientras que ambos estaban prácticamente volteando los pies para entrar rápidamente.

— Sí Richard, como sea. — Dice restándole importancia. — ¡Adiós, cuídate mucho, besitos! — Dice con una sonrisa falsa a propósito para que se vaya y los deje solos para chismear.

— ¡Adiós! — Dice Gee de manera mucho más tierna comparada a la brusca forma de Lindsey.

Cuando por fin se va, ambos entran a la casa como si no tuviesen demasiado tiempo para estar juntos y se lanzan en el sofá. Gerard busca una de sus playlist variadas con canciones pop para crear un ambiente cómodo mientras hablan. Lindsey está viendo ahora la mascarilla que su mejor amigo le pasó para que usasen por mientras.

— Entonces, ¿Algo que contar? — Pregunta mientras coloca la mascarilla en su cara.

Gee disfrutaba mucho de ponerse mascarillas, y siempre se tomaba miles de fotos sonriendo y poniendo cara bonita. Muchas veces había pensado mandarle alguna a Frank, pero se arrepentía al instante para mantener su dignidad intacta.

— Yo... Diría que no. Es decir, ¿Qué puedo decirte que no sepas?

— Buen punto. No sé, cualquier cosa.

— Creo que mis amigos de la universidad empiezan a sospechar que soy un perro.

Ella se ríe casi a carcajadas ignorando la mascarilla en su cara.

— ¿Es en serio? — Pregunta con una sonrisa en su cara.

— ¡Claro que sí! Supieron que me acosté con él el día que fuimos a ver a Fall Out Boy, porque tomé un poco y sabes cómo me pongo cuando tomo, aunque sea un poco de alcohol.

— Por supuesto que sí. Es que tomas alcohol como si fuese agua, no como las personas normales que logramos que las papilas gustativas sepan cómo sabe lo que estamos tomando.

— Lo sé, y no es mi mejor virtud, pero siempre lo hago.

— Está bien, es decir, Richard y yo bebemos juntos, pero solemos tomar cosas livianas para no matar nuestros hígados. Él está viejito, así que yo lo acompaño.

— Qué lindos, me dan ganas de vomitar. — Dice sarcásticamente. Ya se había acostumbrado a escuchar sus historias melosas y hasta verlas en vivo. Muy traumante; no lo recomendaría ni repetiría. — Igual Richard es... Joven... Tiene como ¿Cuarenta y cinco?

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora