Veintiséis

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La casa estaba sola cuando regresó. Tenía un buen humor a pesar de la charla con Lindsey, pues a fin de cuentas, sabía que ella no tenía malas intenciones, sólo quería ayudarlo a mantener los pies sobre la tierra, y eso era justo lo que él necesitaba, pues tal vez se estaba haciendo muchas ilusiones.

Al llegar a su habitación, se lanzó boca arriba sobre la cama y soltó un largo suspiro. Se sentía tonto y poco profesional, pero aquellos besos habían logrado que, por un momento, pensara que las cosas podrían ser diferentes.

Frank nunca antes lo había besado, por lo que pensaba que él podía ser de esas personas que conciben los besos como algo muy especial, algo que no le daría a cualquiera, y fue exactamente de esa forma que se sintió cuando se besaron; especial. También fue especial para él lo que sucedió en el auto, el hecho de que, por primera vez, hicieron algo sexual sin ser el amo y la mascota, fueron ellos mismos; Frank y Gerard. No hubo nada en medio y eso hacía que todo se sintiera muy distinto.

Sin embargo, cuando verdaderamente lo piensa de la forma más lógica posible, se da cuenta de que, conociendo a Frank, lo más probable era que lo haya besado y todo lo demás sólo porque se tienen más confianza fuera del roleplay, no porque haya amor de por medio.

¡Es que no lo entendía! Frank era un tipo tan raro. Era tan poco comunicativo, y tan arisco, que cuando hacía cosas como ésta, no hacía más que confundir al pobre pelirrojo.

Por un momento, Gerard se pregunta si su mejor amiga se habrá sentido tan frustrada como él cuando estuvo en la misma situación. Si él fuese Lindsey, no le habría costado sentir que Richard correspondía sus sentimientos, se habría hecho ilusiones y no habría tomado medidas como intentar ser profesional y nunca se le habría pasado por la mente la idea de dejarlo.

El trato de su mejor amiga y su Sugar Daddy era como el de una pareja normal ¡Hasta se decían te amo! ¿Por qué le dirías a alguien "te amo" si no lo sientes? Lindsey tenía tantas razones para confiar en que sus sentimientos eran correspondidos y aun así nunca dio su brazo a torcer e intentó no ilusionarse hasta que sus sueños se cumplieron cuando Richard le pidió matrimonio... Eso lo hacía sentir débil; porque Frank hacía por él mucho menos de lo que el sugar de Lindsey hacía por ella y ahí estaba él ilusionándose por un simple beso que seguro no significó nada importante para el mayor, pues su trato hacia él no cambió nada después de eso.

Resolvió que lo mejor para él era no hacerse esperanzas por cualquier cosa porque en octubre el contrato acabaría, y no volvería a ver a Frank nunca más en su vida, así que no tenía ningún caso desarrollar sentimientos de amor por él.

Frank regresó a casa en la noche, trajo comida tailandesa para la cena, y ambos comieron juntos en el comedor; Gerard en el suelo, porque estaba siendo la mascota en ese momento. Intercambiaron pocas palabras, Frank le preguntó cómo le fue con Lindsey y él dijo que "bien", a pesar de que en el fondo quería contarle con detalles que se sintió como en un episodio de Vestido de Novia, pero sabía que al mayor no le haría mucha gracia.

Todo estuvo silencioso hasta que, después de cenar, Frank por fin dijo algo.

— Ven aquí. — Le dijo, palmeando su regazo, así que el menor se levantó y se sentó en las piernas de su amo, quien inmediatamente lo sostuvo de la cadera. — Hay algo que quiero hacer contigo más tarde, cachorrito. — El pelirrojo se estremeció al escuchar esas palabras salir de la boca de su amo en un tono tan seductor. — Pero primero necesito saber que estarás de acuerdo.

— Y... ¿De qué se trata?

— Dame tu mano. — Pidió, y a Gerard se le hizo extraño, pero obedeció.

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora