Epílogo

1.5K 173 652
                                    

Gerard despertó lentamente, mientras se acomodaba en la cama. Tocó a su lado, pero estaba totalmente vacío, como de costumbre. Gimió por el vacío antes de levantarse y pudo percibir el aroma a café tal y como le gustaba. Podía ver que las ventanas de su habitación estaban abiertas, el sol le aportaba una calidez típica de la fecha. Consideró el levantarse sólo a cerrar las cortinas porque quería seguir durmiendo, a pesar de que sabía que su alarma había sonado hace mucho tiempo ya.

Tenía un hábito horrible de no querer levantarse en las mañanas. Pero podía estar despierto, antes solía despertarse apenas la alarma sonaba y se quedaba abrazando un rato más a su "querido amorcito" como lo llamaba Lindsey. Pero él era desgraciado a veces, realmente responsable con sus deberes y se levantaba apenas sonaba la de él. Por eso lo consideraba su propia alarma personal, porque siempre lo terminaba levantando a las malas.

Se sentó en la cama, intentando recordar qué tan necesario era ir a trabajar hoy.

«Muy necesario». Se recordó.

Tenía hambre, y debía admitirlo. Eso lo haría levantarse, sin dudas.

Se levantó, forzando su vista para no tropezarse con los zapatos del suelo, mientras se pasaba las manos por la cara intentando quitar todo el sueño. Sería una buena opción lavar su cara, pero no quería.

Al abrir la puerta, casi choca con su propio desayuno, mientras que el mayor de ambos jadea en sorpresa, porque Gerard no era una persona matutina y ambos lo sabían. Por eso, se tomaba el tiempo de hacerle el desayuno antes de irse, a veces lo dejaba en la cocina, otros días, cuando tenía más tiempo, le dejaba el desayuno en el velador, mientras lo levantaba antes de irse. Dependía mucho de su tiempo, pero intentaba hacerlo casi todos los días, mientras que el menor era quien solía hacer la cena, algo liviano antes de dormir. Eran una buena pareja, se complementaban en ese sentido.

— Estás despierto. — Dice Bert, sorprendido.

— Por desgracia. — Bosteza. — ¿Es para mí? — Pregunta tomando el plato. Obviamente era para él, pero le gustaba la confirmación.

— Para tu suerte, tu novio te trae el desayuno a la cama.

— Qué suerte la mía. — Sonríe mientras le da un breve beso en la mejilla antes de darse la vuelta y acostarse. — ¿Estás de salida?

— Tengo tiempo antes de irme. No podía dormir, por eso me levanté. Tú estabas muy dormido, así que te dejé seguir así. — Dice, acomodándose de lado, para mirar a Gerard sentado, comiendo el desayuno que le preparó.

— Podrías irte ahora, llegarías antes al trabajo, y no tan justo de tiempo. — Le reprocha, mientras prueba su café.

— No, prefiero pasar este pequeño ratito contigo, mientras desayunas.

Gerard ríe, mientras corta su sándwich por la mitad. Bert reconoce esa risa, la recuerda perfectamente de las primeras veces que salieron juntos. Era su risa genuina, no aquella que a veces fingía por cortesía. Había logrado diferenciarlas, a pesar de que eran muy parecidas.

Estaba acostumbrado a Gerard, pero no se cansaba de él. No le molestaba que pusiese música a todo volumen en la sala, o que lo despertase (sin querer, la mayoría de veces) en la noche, porque quería hablar y no estar solo. Eran cosas de su novio, y lo quería tal y como era. También adoraba los planes a último minuto que el menor prepara meticulosamente para hacer cosas que a él le gustan, acomodándose a sus gustos. A veces, llegaba y el menor estaba lleno de telas en la sala de estar con un maniquí en mitad de la habitación. Eran cosas de Gerard.

— ¿Tienes algo importante hoy? — Pregunta el mayor.

— Mmm... No. Nada tan interesante. Prefiero trabajar en algo más dinámico... Menos específico, ¿Me explico?

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora