Nueve

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Cuando Gerard se despierta, sabe que Frank está abajo preparando el desayuno por el olor dulce que puede percibir.

Al bajar y verle, trata de no reírse al acordarse de lo qué pasó el día anterior, mientras revuelve su plato de leche con cereales.

— Buenos días. — Saluda Gerard, de buen humor.

— Buenos días. — Responde también de buen humor, lo que a Gerard le extrañó. — Hoy vamos a salir. — Dice abriendo el refrigerador mientras busca algo para hacer su desayuno. Lo saca con rapidez y toma una tostada para esparcir la mantequilla.

— ¿Salir? — El pelirrojo se gira sobre sus talones y mira al contrario. — ¿Tenemos que ir a alguna parte?

Entonces Gerard recuerda que Frank le dijo que se había ganado un castigo... Traga saliva con pesadez, y ahora reza para que no sea algo como ir a conocer a sus padres para humillarlo de la misma forma como venganza. Es cierto, fue inesperado encontrarse en el mismo restaurante y algo incómodo tener que fingir que eran cariñosos entre sí cuando Gerard nunca sabía como actuar con su amo.

— No. — Contesta con simpleza, sacando un vaso para llenarlo con agua. — Vamos a salir a dar una vuelta, quizá ir a comer afuera y pasear por el parque.

— Ayer comimos afuera. — Dice confuso. — ¿Hoy también?

— Sí. — Responde tomando su tostada y su vaso con agua — Tengo que terminar algo del trabajo, así que cuando termine quiero que estés listo. — Sentencia mientras va hacia su oficina y deja la puerta abierta.

Gerard revuelve su plato con cereales, mientras toma asiento en el mostrador. No le da mayor importancia al hecho de salir a comer afuera. Tampoco le parece raro que Frank actúe como si nada después de que, el día anterior, parecía querer matarlo, y prácticamente moría por castigarlo. Después de todo, Frank de por sí es raro e incomprensible, así que una salida casual no suena mal para el pelirrojo.

«Tal vez olvidó el castigo». Se dijo.

Toma su desayuno, solo, en esa gran casa mientras mira desinteresadamente su celular. Era extraño, estar tan solo cuando convivía con alguien más. Con Lindsey era emocionante, ya que siempre estaban juntos cuando ella podía. Mientras que con Frank, siempre parecían estar en dos islas a gran distancia.

Lavó su plato y subió las escaleras con cansancio pensando en qué se pondría.

Luego de tomar una ducha rápida, estaba frente a su clóset, sacando un pantalón ajustado negro, con una camiseta de líneas negras y blancas, de manga larga. Se mantiene un poco viendo las prendas, y escucha como Frank golpea su puerta con dos golpes antes de abrirla. Gerard lo mira con curiosidad mientras trata de taparse con su toalla.

— Solamente falta vestirme y estoy listo. — Dice tratando de parecer que no se quedó mirado durante mucho tiempo mirando su ropa.

— Me alegra que no estés vestido aún. Se me olvidó agregar un detalle.

« ¿Un detalle?». Pregunta Gee en su mente, «¿Qué se le pudo olvidar? ¿Acaso le compró ropa interior?» No entiende mucho a qué se refiere, y mucho menos cuando le entrega una caja no tan chica pero tampoco tan grande.

— Quiero que uses eso. — Menciona, haciendo un ademán para que abra la caja. Se mantiene recostado sobre la pared con una de sus sonrisas cínicas en el rostro y su ceja arqueada casi con gusto.

El pelirrojo parpadea lentamente mientras se pregunta si debería estar nervioso. Sube su mano dudosamente y abre la caja.

Casi se ahoga al ver un vibrador de una forma poco convencional y distinto. Al tomarlo y examinarlo con la vista, abre su boca con confusión, con un sonrojo evidente y apunto de bombardear de preguntas al contrario, pero él se adelanta.

The Perfect Pet ; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora