Hechízame, brujita

Un Dragón

Bien, aquí estoy.

Sentada en la mesa de afuera del café/panadería, fingiendo ser un cliente como los demás. Miraba con precaución a todos lados, por allí estaba el dueño que se veía como un hombre mayor, más empleados y más clientes. ¿Quién será el empleado que Katsuki aborrece tanto? Bueno, mientras recupere el avión no pasará nada.

El problema es cómo lo voy a hacer.

—Hola, buen día, ¿le tomó su orden...? —Izuku se había acercado a mí—. Ochaco, ¿qué haces aquí?

¿Debería decirle la verdad?

—Solo vine a conocer la aldea —mentí, no quería arriesgarme a meter la pata—. ¿Trabajas aquí?

—A veces, me sirve de distracción —llevaba ropa como los demás empleados—. Bueno, ¿y qué vas a ordenar? Traes dinero, ¿verdad?

Miré las imágenes de la comida, allí también había letras pero no podía leerlas. Con vergüenza señalé una imágen donde estaba algo que nunca había visto, pero se veía rico. Izuku anotó mi pedido en un papel y se fue.

Rápidamente saqué la varita que el maestro me había prestado y miré a todos lados, podría usar ese hechizo de levitación ahora mismo. Aunque no lo dominaba del todo bien y el avión estaba a varios metros de mí, era obvio que fracasaría. ¿Por qué tengo que ser una bruja tan inútil?

—¿Qué está haciendo esa niña? —a mi lado, uno de los tontos preguntó.

Más le vale a esa cara redonda que recupere el avión. La observaba junto a los demás escondidos en un arbusto cerca de la cafetería.

—¿Se le olvidó la misión? —otro de los extra preguntó.

—No, estoy seguro que lo va a recuperar —contesté con más seguridad de la que tenía.

—Miren, ahí está nuestro enemigo.

El imbécil de uno de los empleados andaba por allí atendiendo mesas, es un gran idiota.

—Aquí está tu pudín con pasas, espero que lo disfrutes.

—Gracias.

Comencé a comer lo que Izuku me había traído, pero en cuanto lo probé casi lo escupo, era asqueroso. Decidí comérmelo a prisa para no que esto se pasara rápido.