La Prisión

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Se posicionó lista para levantarse en vuelo y suspiró tratando de sentirse más ligera.

Recordó cómo se sintió cuando voló con Izuku, como ella había tomado el palo de escoba para ayudarle a dirigir... Al recordar, esa sensación de ligereza y libertad regresaba a sí. Sentía como poco a poco sus pies se despegaron del suelo con la ayuda del aire.

Estaba volando.

—¡Melissa! —aquel grito la desconcertó y se cayó de la escoba—. ¿Qué haces aquí?

Aturdida se levantó del suelo como pudo y miró al hombre frente a ella.

—Usted... —murmuró—Profesor...

—¿Qué es ésto...? —frente a ella estaba el anciano Yagi Toshinori y se preguntaba cómo rayos era posible con ese aspecto de viejo senil haber sido un día un mago tan poderoso—. No deberían estar aquí...

—Yo- —intentó explicar el rubio pero fue interrumpido.

—¿Dónde están Izuku y Ochaco?

—Creemos... —divagó la de anteojos, con algo de miedo, vivir aventuras daba más miedo de lo que parecía en los libros—. Creemos que ya están arriba, en la roca flotante.

—No puede ser —exclamó, pensativo—. Katsuki, creí haberte dicho muchas veces-

—Pero- —trató de excusarse pero nuevamente lo interrumpió.

—Tu única responsabilidad era vigilarlos y me decepcionaste —sus profundos ojos se detuvieron en el pequeño dragón que miraba cabizbajo el suelo—. Ahora ya es tarde, debería haberlos matado cuando tuve la oportunidad —Melissa lo miró, sorprendida—. Si ya están con los otros... —dejó la frase en el aire y luego lo retomó—... estamos muertos.

Un silencio sepulcral los invadió. Parecían ajenos a los grupos de magos que iban y venían de la roca flotante.

—Ya llegamos, estoy muy nerviosa —comentó la castaña, bajando de la escoba y corriendo al pueblo

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—Ya llegamos, estoy muy nerviosa —comentó la castaña, bajando de la escoba y corriendo al pueblo.

—¿Crees que nos echará bronca?

El peliverde la seguía a paso lento, también se veía nervioso. Ella se volteó y le dio una mirada curiosa, preguntándose qué sentía su amigo en ese momento.

—No lo sé —paró de correr y decidió continuar al mismo paso que el pecoso—. Pero estoy segura que no nos irá tan mal, es un hombre muy amable; nos da techo y comida.

Habían decidido ir a preguntarle primero al profesor y dejar que él decidiera si irían o no. La de ojos chocolate estaba más que segura que hablar con el profesor Toshinori les ayudaría a ver el panorama con más claridad.

 La de ojos chocolate estaba más que segura que hablar con el profesor Toshinori les ayudaría a ver el panorama con más claridad

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Hechízame, brujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora