El Símbolo de la Paz

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Se quedaron de piedra, pasmados sin saber qué hacer. Pocos segundos después, todos soltaron un fuerte suspiro sacando el aire que no sabían que estaban reteniendo.

—Bueno, rápido, los bajaré uno por uno con la escoba y nos veremos allá —señaló la rubia hacia las afueras del bosque—. Quizás sea algo tardado, pero es lo único que se me ocurre...

Todos asintieron, listos para huir de allí, cuando Katsuki los interrumpió:

—¿Necesitaban un transporte?

—Kacchan —Izuku feliz corrió a abrazar al ceniza, que había llegado volando.

El dragón no llevaba la camiseta para poder desplegar sus alas, pero se había cubierto de más fuego líquido y con el hechizo de invisibilidad había logrado llegar hasta allí.

—Me encontré a Mighty de camino —le pasó el sapo al peliverde, que llevaba la varita de Deku—. Ahora tienes que aplicarnos a todos un hechizo de invisibilidad, yo tomaré mi forma de dragón completa y todos deben subir a mi lomo para que nos podamos ir de aquí antes de que me desmaye por su culpa, malditos inútiles.

—Muchas gracias, Katsuki/Kacchan —agradecieron Melissa y Deku, contentos.

—Sí, como quieran, todo fue idea de la cara redonda —se encogió de hombros, mintiendo.

—Sí, como quieran, todo fue idea de la cara redonda —se encogió de hombros, mintiendo

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El frío viento invernal les acarició el rostro. Usualmente al pecoso no le gustaba volar, pero estar sobre un dragón con escamas tan cálidas le hizo sentir seguro y feliz. Era el mejor vuelo de su vida, incluso estaba considerando pedirle a su amigo que lo sacara a pasear más seguido. Desde arriba todo se veía tan pequeño... claro que le daba un poco de miedo, principalmente porque el hechizo lo hacía sentir como si su conciencia hubiera volado fuera de su cuerpo. Mientras reía feliz por la agradable sensación de adrenalina que recorría todo su cuerpo, sintió como la princesa lo abrazaba también riendo y aunque no la podía ver estaba seguro de que ella también se divertía.

Aterrizaron a las afueras de la ciudad, dentro del bosque. Ochaco aún lloraba, estaba dentro de la carroza que tenía un hechizo de invisibilidad. Al lado estaba la carroza de los otros brujos, también con un hechizo de invisibilidad. Estaba acompañada de Kyoka y Denki, en la otra carroza estaban Nejire y Amajiki con el cuerpo de Mirio inerte envuelto en una manta.

La de cabellos chocolate seguía muy preocupada no solo por la guerra que se acababa de desatar, sino también porque Katsuki se había ido por Izuku y Melissa y temía que no volviera ninguno.

La puerta de la carroza se abrió, revelando a un rubio de ojos rojos que tiritaba de frío. Entró rápidamente y seguido de él venía el peliverde y la rubia.

—Deku, Melissa —la bruja corrió a abrazarlos a ambos.

Todos se pusieron al corriente de la situación, hablando entre sí. Melissa pensó que quizás el antidoto del veneno podría servir para ayudar a Mirio, pero luego rechazó la idea porque la muerte no era una enfermedad; era una realidad de la que no había escapatoria.

Hechízame, brujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora