One For All

84 11 3
                                    

Katsuki estaba furioso.

Bueno, él a menudo se ponía furioso. Pero es que de verdad no era nada justo. Hace días Nejire y Amaiki habían sido enviados para recoger cosas que donaban a la casa hogar, cosas que estaban fuera del pueblo. Él era un dragón, estaba más que obvio que podría serles de utilidad pero como siempre el profesor Aizawa se había negado.

—Es demasiado arriesgado que salgas, quédate con los tuyos —había dicho.

Y una mierda. Arrojó la piedra al río, furioso.

Ya llevaba más de un año encerrado en ese lugar, la primavera acababa de comenzar y el invierno pasado había brumado por lo que se encontraba con mejores energías que la vez pasada. ¡Por supuesto que podía ser de ayuda! ¡Por Dios, en poco tiempo tendría quince años! Ya era todo un hombre, tenía que empezar a tomar responsabilidades como tal.

Se levantó de allí, listo para ir a buscar a la cara redonda. De seguro, ella ya había terminado sus labores diarias y podría ir a molestarla como acostumbraba.

 De seguro, ella ya había terminado sus labores diarias y podría ir a molestarla como acostumbraba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El peliverde entró al campo de cultivos, saludando a algunas personas de por allí:

—Hola, ¿cómo te va, Izuku? —un hombre de tez morena que azaba la tierra con magia le saludó.

—Muy bien, gracias por preguntar —sonrió, amable como siempre—. ¿Qué tal la cosecha de este año?

—Pinta bien, tendremos ricas papas dentro de poco.

—¿Buscas a Ochaco? —una mujer de ojos verdes y cabellos rojos se acercó, era la esposa del hombre y usualmente se encargaba de manipular el clima a su favor para cultivar.

El pecoso asintió, un poco nervioso por la belleza de la joven bruja.

—Supe que está aprendiendo climagia —mencionó.

—Exactamente, tiene mucho potencial para ello —afirmó—. Es tan joven y tan talentosa... lo que yo hubiera dado por nacer con tanto poder mágico.

—El poder mágico no lo es todo, también se necesita mucho poder mental sino quieres desencadenar un desastre —su esposo señaló.

—No menciones eso ahora, la pobre niña necesita confianza —recriminó la mujer un poco molesta—. Además es mi alumna, no tuya —luego se giró hacia el pecoso que los miraba discutir sin saber qué hacer—. Ella está arriba siendo una con las nubes, puedes subir con mi escoba si así lo deseas o puedes esperarla aquí abajo, ya casi termina su lección.

—Mejor la espero aquí abajo, no quiero interrumpirla.

Se alejó un poco de allí, él ya había terminado sus labores y se encontraba aburrido. Miró el cuaderno que sostenía. Lamentaba mucho que sus diarios con miles de apuntes sobre la magia hubieran sido calcinados cuando se incendió la casa de su maestro. Comenzó a retratar el paisaje, pudo ver la silueta de Ochaco sobre su escoba en lo más alto entre las nubes y la hizo parte de su dibujo. Su amiga estaba de cabeza sobre su escoba, meditando junto al gato cálico que era su mascota. Pensó que se veía sumamente concentrada en ello.

Hechízame, brujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora