Demasiado Fácil

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—¡Espera, Ochaco! —el rubio fue detrás de ella, tratando de no perderla entre la marea de gente que corría despavorida de un lado a otro.

Cuando la alcanzó, estaban bastante lejos de Dabi y los otros.

—Perdón, es que creí que nos había visto... —la castaña le dijo, sentía que el corazón se le iba a salir de lo fuerte que había corrido.

Se recargaba en un muro de piedra, era difícil correr con estas ropas y la nieve en el suelo.

—Mirio me dijo que vayas a buscar tu varita, ¿qué opinas?

—Yo... ya no hago magia.

—¡Pero tenemos que luchar! —llegó el rubio de ojos azules junto a los otros cuatro que lo seguían.

—¿Contra quién vamos a luchar, Mirio? —le preguntó la mejillas, pálida.

—Bueno...

—Aún no queda muy claro —contestó Amajiki.

—Pero es obvio que no tenemos alternativa, no podemos escapar de la realidad —Mirio los miró a todos, dándoles esperanzas.

—Pero es obvio que no tenemos alternativa, no podemos escapar de la realidad —Mirio los miró a todos, dándoles esperanzas

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Las manecillas del reloj marcaron las doce en punto; era medianoche. Melissa llegó a la pista de baile, tomada de la mano con Izuku. Estaban a punto de empezar a bailar, cuando un gran estruendo hizo temblar todo el palacio. Unos brujos rebeldes habían logrado explotar un muro y entrar.

—Ya están aquí.

David Shield se encontraba sentado en su trono, mientras veía a todos los invitados correr despavoridos de un lado a otro ante el caos que se presentaba dentro del palacio. Muchísimos brujos estaban ingresando al interior por medio del hueco enorme que habían hecho por la pared, el aire helado también se colaba y eso les erizó la piel a todos.

—Fue más fácil de lo que creía —Tomura Shigaraki se burló al ingresar a la zona.

—Demasiado fácil, no bajes la guardia —Kurogiri, uno de sus subordinados, le advirtió.

—Tenemos un dragón incrementando nuestro poder mágico, no hay de qué preocuparnos.

—Ah, ¿si? ¿Piensas que realmente podrás controlarlo si alguien vuelve a desactivar las runas?

El peliazul no respondió nada, era verdad.

Por otro lado, el rey David Shield estaba rodeado por un gran número de protectores que apuntaban sus arcos hacia los brujos, así como había otros con lanzas, escudos y espadas en posición para cubrir hechizos o atacar si se acercaban demasiado.

—¿Lo hacemos, su majestad? —uno de los soldados inquirió.

—Espera un poco, que entren más magos al palacio —le indicó—. Que sean suficientes para atraparlos y luego evacuaremos a los invitados.

Hechízame, brujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora